sábado, 4 de febrero de 2017

RAFAEL, EL CONDUCTOR DE UBER


UBER se ha convertido en una excelente alternativa de movilidad en Bogotá. La aplicación pone en contacto a conductores y viajeros de una forma ágil, segura y eficaz. Ayer la usé para volver a nuestra oficina que está en la calle 90, carrera 12, desde la calle 69 carrera 9 donde estaba tras haber tenido una reunión.
Los conductores de UBER se diferencian de los taxistas, no me pregunten en qué, pero se les nota una frescura que no tienen los profesionales, no parecen achicharrados por los años y las horas al volante. La aplicación me informó que en 4 minutos me recogería el conductor más próximo asignado, Rafael, en un Kia Picanto, mientras mostraba en el mapa la aproximación del vehículo al punto en el que estaba.
Rafael resultó ser un hombre de unos treinta y tantos, alto, delgado, de tez clara y barba de unos días. Su acento al saludar no me pareció colombiano. Definitivamente no parecía ni un taxista, ni un conductor de UBER. El coche estaba nuevo, olía a nuevo, los parasoles replegados en el techo aún tenían el plástico de fábrica sin retirar.
Le pregunté lo que ya sabía, si el coche era nuevo, y me contestó que hacía solo cuatro semanas que lo había retirado del concesionario. No necesité preguntarle nada más para que me contara su historia, una historia que no me quiero quedar para mí, una historia que creo que merece ser conocida.
Me preguntó que de qué parte de España era. Le dije que de Andalucía, en el sur, y sin dejarme darle más detalles, me dijo que su padre era asturiano y que él era venezolano, ingeniero civil de profesión aunque también había trabajado como locutor de radio. Un amigo le habló de UBER y decidió registrarse como conductor temporalmente, mientras le salía algo mejor, al menos para poder mantenerse. Llevaba dos años y medio en Bogotá, hacía dos semanas había renunciado a su trabajo en una empresa por una discusión con el arquitecto, que también era yerno del propietario. Sabía que no podía seguir en ella y lo dejó.
Me preguntó cómo estaba la cosa por España, si había oportunidades. Le dije que mejor que hace unos años desde luego, que todavía había muchas dificultades, pero que parecía que estábamos empezando a remontar.
Le pregunté cómo de mal estaba la situación en Venezuela que había decidido marcharse a Colombia. Me contó que el problema económico y desabastecimiento era muy grande, pero que eso él lo soportaba, eso no lo había hecho emigrar. De hecho había sido propietario de una pequeña empresa constructora e iba tirando. Con lo que no pudo seguir era con la inseguridad, con la violencia. Me contó que a su mejor amigo, Dani, lo habían matado hacía 8 meses. Le pidieron la riñonera, y al comprobar que no tenía nada de valor le dispararon cuatro tiros en el pecho.
Me contó que él decidió irse hace dos años y medio cuando lo secuestraron. Le encañonaron en su coche, le taparon los ojos y llevaron a un lugar donde lo mantuvieron 24 horas. Eso que llaman secuestro exprés. “Yo sabía que tenía la sangre fría, pero hasta entonces no supe cuánto de fría podía tenerla”, me dijo desviando su vista de la vía y mirándome un instante. Habló con el muchacho que lo retenía en una habitación. Le preguntó si lo iban a matar, le contestó que probablemente sí. Le preguntó qué ganaban con matarlo. Le contestó que “llevarse a los muchachos”. No entendí esa expresión y le pedí que me lo explicara. Se refería a que su captor ya tenía nueve muertos a sus espaldas, y con diez su reputación y prestigio aumentaría entre los suyos. Dice que no lloró, no suplicó por su vida. Sólo le pidió que pusieran su cédula junto a su cadáver para que lo identificaran rápido al encontrarlo y no hicieran sufrir a su familia la angustia  de la desaparición y el no saber. Cuando llegó la hora, cuando sus compinches habían acabado de desvalijar su casa, sus tarjetas de crédito y todo lo que tenía, le pidieron que tomara su cédula de identificación con los labios y la adhirieron con cinta adhesiva dándole varias vueltas a la cabeza. Lo montaron en su vehículo y lo llevaron a un arroyo en la periferia de Caracas, a pie de la carretera, lo sacaron del coche y lo empujaron. Cayó entre la vegetación, oyendo dos disparos y luego el motor del su coche al irse. Todavía no sabe si dispararon al aire o fallaron, ni lo sabe ni quiere saberlo.
Sólo sabe que ese mismo día volvió a nacer y decidió huir de su ciudad para siempre, salir de  allí cuanto antes fue su única obsesión. Podía pedir la nacionalidad española por ser hijo de español, pero el viaje era más caro y no podía permitírselo. Su madre es colombiana, por lo que optó por venir a Bogotá a empezar de cero, con casi nada. Le pregunté si sus padres siguen allí, y me dijo que en Caracas no, pero en Venezuela sí. Hacía unos años que su padre se había enamorado de un lugar cerca de la localidad de Rubio y de Cúcuta en la frontera con Colombia, porque le recordaba a su pueblito asturiano, y allí vivía con su mujer. Tenía que pagar la “vacuna”, la mordida, a las FARC que controlan la zona, pero vivían tranquilos.
Ahora se estaba planteando empezar los trámites para pedir la nacionalidad española e intentarlo en España. España permite la doble nacionalidad, no así Colombia, lo que le obliga a renunciar a la colombiana que había adquirido gracias a su madre. No es una decisión menor.
Le dije que lo de Venezuela tendría que acabar, que podría volver algún día. Me dijo que no pensaba hacerlo, que un país como Venezuela, rico en recursos naturales, agricultura, ganadería, petróleo…, de la ruina y miseria de 15 años de socialismo se recuperará relativamente pronto. Él cree que en 5 a 10 años seguro que se “para”, se levanta. Pero que de la degradación social, moral, la violencia y la corrupción no se sale tan fácil, necesitarán al menos dos generaciones para curarse, si es que se cura. A eso no le ve arreglo. Él no concibe cómo la gente en Caracas se ha acostumbrado a que le pongan el cañón de una pistola en la sien, a no salir cuando oscurece, a que los comercios cierren tras enormes rejas en cuanto se pone el sol. Se han acostumbrado a convivir con la violencia, a ver normal lo que no es normal. Eso es lo que más le duele, me dijo, lo que más le asusta. No hay venezolano que no tenga un amigo, familiar o conocido muerto por la violencia, es algo que ya forma parte de sus vidas.
Nos despedimos dándonos la mano y diciéndome que espera estar en los próximos meses en España, seguro que en Asturias. Sólo le desee suerte, mucha suerte. No atiné a decirle lo que pienso, que España es un gran país para acoger al que no tiene nada, que nuestro estado social y del bienestar era posiblemente uno de los mejores del mundo para proteger al excluido, al problemático, al pasivo, al subsidiado…, pero que desde luego no es el mejor del mundo para dar oportunidades a los emprendedores, al que ya fue empresario, al que tiene el valor de dejarlo todo dos veces y empezar de cero una tercera.
Ojalá me equivoque y te vaya muy bien, Rafael. Sé que ahora eres capaz de relativizarlo todo, de ponderar las cosas en su justa medida, de distinguir lo importante de lo accesorio. Te reirás de nuestros debates y reivindicaciones, de nuestros “dramas” en España. Ojalá te encuentre un año de estos en el puerto de Avilés dirigiendo una obra, debatiendo con un arquitecto sobre cálculos y diseños, y ojala me dejes hacerte las gestiones medioambientales...

lunes, 16 de enero de 2017

ECONOMÍA EXPLICADA CON VACAS


Esto de explicar la economía con vacas es muy viejo, pero me he permitido tomar una versión de la red y tunearla con algunas incorporaciones.


Socialismo:
Tú tienes 2 vacas.
El estado te obliga a darle una a tu vecino que no tenía vacas.
Comunismo:
Tú tienes 2 vacas.
El estado te las quita y te da algo de leche el primer mes. Nadie las lleva a pastar. Las vacas se mueren de hambre. Luego te mueres de hambre tú.
Fascismo:
Tú tienes 2 vacas.
El estado te las quita y si protestas te dispara en la cabeza.
Burocratismo:
Tú tienes 2 vacas.
El estado te pierde una, ordeña la otra y luego tira la leche al suelo.
Capitalismo tradicional:
Tú tienes 2 vacas. Vendes una y te compras un toro. Haces más vacas.
Vendes las vacas y ganas dinero.
Capitalismo moderno:
Tú tienes 2 vacas.
Vendes 3 de tus vacas a tu empresa que cotiza en bolsa mediante letras de crédito abiertas por tu cuñado en el banco.
Luego ejecutas un intercambio de participación de deuda con una oferta general asociada con lo que ya tienes las 4 vacas de vuelta, con exención de impuestos por 5 vacas.
La leche que hacen tus 6 vacas es transferida mediante intermediario a una empresa con sede en las Islas Cayman que vuelve a vender los derechos de las 7 vacas a tu compañía.
El informe anual afirma que tú tienes 8 vacas con opción a una más.
Coges tus 9 vacas y las cortas en trocitos.
Luego, vendes a la  gente tus 10 vacas troceadas.
Curiosamente, durante todo el proceso nadie parece darse cuenta que, en realidad, tú sólo tienes 2 vacas.
Economía japonesa:
Tú tienes  2 vacas.
Las rediseñas a escala 1:10 y que te produzcan el doble de leche. Pero no te haces rico.
Luego, ruedas todo el proceso en dibujos animados. Los llamas “Vakimon” e incomprensiblemente, te haces millonario.
Economía alemana:
Tú tienes 2 vacas.
Mediante un proceso de reingeniería consigues que vivan 100 años, coman una vez al mes y se ordeñen solas.
Nadie cree que tenga ningún mérito.
Economía rusa:
Tú tienes 2 vacas.
Cuentas y tienes 5 vacas.
Vuelves a contar y te salen 257 vacas
Vuelves a contar y te salen 3 vacas.
Dejas de contar vacas y abres otra botella de vodka.
Economía china:
Tú tienes 2 vacas.
Tienes a 300 tíos ordeñándolas.
Explicas al mundo tu increíble ratio de productividad lechera.
Disparas a un periodista que se dispone a contar la verdad.
Capitalismo americano:
Tienes 2 vacas.
Vendes una y fuerzas a la otra a producir la leche de cuatro vacas.
Te quedas sorprendido cuando ella muere.
Economía iraquí:
Tú no tienes vacas.
Nadie cree que no tengas vacas, te bombardean y te invaden el país.
Tú sigues sin tener vacas.
Economía india:
Tú tienes 2 vacas.
Las pones en un altar para adorarlas.
Después sigues comiendo arroz al curry.
Economía suiza:
Hay 5000000000 vacas.
Es obvio que tienen dueño pero nadie parece saber quién es.
Economía francesa:
Tú tienes 2 vacas.
Entonces te declaras en huelga, organizas una revuelta violenta y cortas todas las carreteras del país, porque tú lo que quieres son 3 vacas.
Economía neozelandesa:
Tú tienes 2 vacas.
La de la izquierda te parece cada día más atractiva
Economía italiana:
Tienes 2 vacas.
Le dices al gobierno que tienes una. El gobierno hace como que se lo cree. La oposición lo descubre. El gobierno dimite.
Economía británica:
Tienes 2 vacas.
Las dos están locas. Crees que la culpa es del vecino. Haces la valla más alta y dejar de ir a las reuniones de propietarios. 
Economía colombiana
Tú tienes dos vacas. Te presentas a las elecciones prometiendo regalar leche a quien te vote. Tras unos años acabas con 30.000 vacas, 3 haciendas cafeteras y una mansión en Miami. 
Economía mexicana
Tú tienes dos vacas. Te presentas a las elecciones prometiendo regalar leche a quien te vote. Tras unos años acabas con 30.000 vacas, un rancho, una mansión en Miami y un tiro en la frente. 
Economía venezolana
Tu tenías dos vacas. 
Economía española:
Tú tienes 2 vacas, pero no tienes ni idea de donde están.
Como ya es viernes, te bajas a desayunar al bar donde tienen el Marca, si acaso ya te pondrás a buscarlas el miércoles, después del puente de San Aniceto.
Economía según mi amigo Antonio:
Tú tienes 2 vacas, pero no tienes ni idea de donde están. Estás convencido de que te las ha robado el Club Bilderberg. Se lo cuentas a todo el mundo. Nadie te hace caso. Te bajas al bar y te tomas dos cervezas.

sábado, 9 de abril de 2016

HOGUERA EN EL CORTIJO


Los hechos:
Alguien fotografió hace unos días una furgoneta de la Junta de Andalucía junto a una hoguera en la que se quemaban documentos en un parque público de Sevilla.

Las fotografías de la furgoneta, los restos del fuego y algunos documentos parcialmente quemados fueron facilitadas por ese informante anónimo al PP que a su vez lo denunció en el Parlamento andaluz el pasado martes, haciéndose eco la prensa de los hechos:

http://sevilla.abc.es/andalucia/sevi-junta-esta-quemando-documentacion-parque-publico-sevillano-201604051139_noticia.html
http://www.elmundo.es/andalucia/2016/04/05/57039aef22601df8258b45bd.html

 
El PP especula con la posibilidad de que se trate de documentos comprometedores relacionados con el fraude de la formación.
La Junta se defiende diciendo en un comunicado emitido por la tarde por la Consejería de Presidencia y Administración Local que los documentos quemados “carecían de valor”. Según la Junta, el material destruido estaba formado, “en su mayor parte”, por folletos, cartelería, trípticos y diversos catálogos de la Consejería de Agricultura que se almacenaban en unos almacenes del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA) que se han “desalojados para ahorrar los costes de alquiler, trasladando los elementos más valiosos o de interés a las dependencias de la Consejería y destinando los objetos inservibles a su destrucción”. De acuerdo con la versión de la Junta, el material fue “llevado en un principio para su destrucción a un punto limpio”, pero “los trabajadores descartaron esta opción ante el temor a un posible incendio por los objetos de madera y otros objetos inflamables que existían en dicho lugar”.

Estos son los hechos. Especular sobre el contenido de los documentos no merece la pena. Las cenizas no hablan. Lo que sí podemos hacer es recordar las leyes de este país, esas que la administración tiene la obligación de hacer cumplir a los administrados y por supuesto cumplir, dando ejemplo.

La Ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y suelos contaminados, en su artículo 46, relativo a infracciones, establece: “3. A los efectos de esta Ley se considerarán infracciones graves, entre otras c) El abandono, vertido o eliminación incontrolado de cualquier tipo de residuos no peligrosos sin que se haya puesto en peligro grave la salud de las personas o se haya producido un daño o deterioro grave para el medio ambiente”. El artículo 47 relativo a sanciones, establece en el caso de infracciones graves multas desde 901 euros hasta 45.000 euros.

El artículo 137 relativo a infracciones y sanciones del Reglamento de Residuos de Andalucía publicado por el Decreto 73/2012, de 20 de marzo y la Ley 7/2007 de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental, en su artículo 147, establece la misma infracción con una posible sanción hasta 30.051 €.

Y por último el artículo 103 de la Ordenanza de limpieza pública y gestión de residuos municipales de Sevilla establece como infracción muy grave “El abandono, vertido o eliminación incontrolada de cualquier tipo de residuo urbano” o en todo caso, como grave “El abandono, vertido o eliminación incontrolada de cualquier tipo de residuo urbano cuando por su escasa cuantía o cantidad no merezca la calificación de muy grave”.

Y sí, la quema de residuos mediante una hoguera en un parque público es una de las formas más burdas de eliminación incontrolada.

Además, si alguien tiene el tiempo suficiente podrá comprobar que la Junta de Andalucía tiene contratado el servicio de retirada y gestión de residuos de sus centros, por lo que no tiene mucha explicación que se utilice un vehículo público y un funcionario (perdón, seguro que no era un funcionario, ellos no se prestan a eso, sería un enchufado de la empresa pública), para deshacerse de unos documentos “sin importancia”.

Que además intenten explicar que en vez de llevarlo a un punto limpio decidieran quemarlo en un descampado es un insulto a la inteligencia de tal calibre que sólo se puede dar en una tierra inmunizada ante el escándalo, donde el PSOE tiene patente de corso y barra libre para hacer y deshacer. Ya está demostrado que no pasa nada en este territorio de impunidad.

Espero que alguien con los medios suficientes decida hacer la denuncia por infracción ambiental, y al menos por una vez a uno de los muchos AlCapones del puño y el capullo que anidan en los voladizos del cortijo andaluz se le desmonte el tinglado que la jefa Susana le ha dejado montar.

viernes, 25 de marzo de 2016

PALEOIZQUIERDA Y RELIGIÓN

¿Por qué la extrema izquierda española tiene esa animadversión militante contra la Iglesia católica?

Mantengo una tesis.

No es que no comparta principios. Tampoco los comparte con otras organizaciones, religiones y creencias, y no muestra con ellas tanta inquina.

Tampoco es que la historia, los hechos de la guerra civil española, la posterior complicidad de la Iglesia con el franquismo, la censura, la educación, los castigos de los jesuitas, el lavado de coco de la secta opusina, la forma en que han protegido durante décadas a sus monstruos pederastas..., les hayan hecho reconocer a un enemigo a batir. No es eso.

Mantengo que la causa es mucho más simple: las religiones no soportan competir con otras religiones. Y sólo de eso se trata. Desgraciadamente la paleoizquierda radical española es una religión, tan sectaria y dogmática como cualquier otra religión, y no tolera la competencia.

¿Cómo osa un simple cura de pueblo celebrar una asamblea todos los domingos y reúnir más gente que en las que se celebran en la casa del pueblo pese a que en esta se reparten peonadas y subvenciones en vez de pasar el cepillo? 

¿Cómo puede la Cofradia Nuestro Padre Jesús Nazareno, El Abuelo, de Jaen desde hace siglos tener ocho mil nazarenos penitentes, superando ampliamente la cifra de cualquier círculo de los que han surgido en torno al "núcleo irradiador" podemita?

¿Cómo puede Cáritas satisfacer las necesidades vitales de dos millones  y medio de personas, si ha leído bien, dos millones y medio de personas, necesitadas de ayuda en España?

¿Cómo puede la Iglesia mantener miles de misiones, que ofrecen educación, salud y alimento a las personas sin importarles el color de su piel, en recónditos, inhóspitos y peligrosos lugares del tercer mundo donde no llegan las caravanas solidarias de las miles de ONGs que han brotado como hongos al amparo de las subvenciones públicas en el primer mundo?

¿Cómo puede la Iglesia conseguir 250 millones de euros de contribuyentes voluntarios que deciden poner la x en su casilla de la declaración del IRPF?

¿Cómo puede la romería del Rocío congregar cada primavera a muchísimas más personas que las que ellos reúnen en Rodiezmo o en las manifestaciones del primero de mayo si también han probado a poner vino y música?

 

Sin lugar a dudas para una ideología que apela a las vísceras, no a la razón, cuyos economistas de cabecera son a la economía lo que los astrólogos a la astronomía, cuyos intentos de monopolizar los movimientos sociales son siempre fugaces gatillazos en las sociedades democráticas liberales, el hecho de que una organización que nació hace 2016 años y que ha cometido algunas de las mayores salvajadas en la historia de la humanidad, mantenga esta salud de hierro debe ser desesperante.

Podrán seguir asaltando capillas en tetas, podrán seguir disfrazando a los reyes magos de payasos, podrán seguir saliendo en las procesiones como hijos, no como alcaldes, podrán llamar fiesta de la primavera a la Semana Santa o fiesta de invierno a la Navidad, podrán seguir despreciando la realidad, podrán seguir haciendo el ridículo..., pero nada van a conseguir mientras no entiendan que el necesario laicismo es otra cosa. Laicismo es la seguridad de que los códigos morales religiosos no se imponen sobre la ley de los países democráticos ni la condicionan, laicismo es tener la seguridad de que el Estado garantiza que la religión no marca la vida pública, que no obliga a los ciudadanos a ningún credo y permite todos los credos en el ámbito familiar, laicismo es la única forma de defender a unas religiones de otras...

Para una ideología política que basa su razón de ser en la fe, la fe en que el ser humano pueda llegar a comportarse como una abeja en una colmena, la fe en que el hombre puede renunciar voluntariamente a su libertad a cambio de sanidad, educación y un plato de frijoles, la fe en un amado líder..., es normal que no tolere la competencia de este 15M de dos milenios de vida que lleva acampando durante siglos en centenares de miles de plazas del mundo, habiendo transformado sus tiendas de lona en templos de piedra y atrayendo a los temerosos humanos a sus asambleas dominicales.

A mí no me engañan, quieren cambiar los salmos por eslóganes, las hojas parroquiales dominicales por pasquines anticapitalistas, el Alabaré por la Internacional, las marchas procesionales por las militares, el miedo al infierno por el miedo a la libertad, la protección de Dios por la protección del Estado... Y todo eso lo quieren hacer porque no odian la religión, la envidian. No quieren eliminarla, sino sustituirla. No quieren ateos, sino fieles propios.

 

martes, 19 de enero de 2016

¿DEBEMOS DISOLVER UPyD?


En estos días hay una pregunta recurrente: ¿Tú estás de acuerdo con disolver UPyD o mantenerlo vivo?

La respuesta a esta pregunta tiene una fácil respuesta en función de lo que entendamos por UPyD.
Si por UPyD entendemos un proyecto político nacional con un objetivo reformista definido en nuestro manifiesto fundacional, resoluciones políticas y programas y sobre todo una forma de comportarse como organización en la vida política española, en el sentido de haber mantenido su autonomía y libertad, no haber cambiado el paso ante palos ni zanahorias, ni haber entrado en los sucios juegos de la política patria, sin lugar a dudas abogo por mantenerlo. Este proyecto no puede morir porque sigue siendo tan necesario o más que el primer día.

Si por UPyD entendemos un grupo menguante, pero grupo, de españoles comprometidos, que por diversas razones nos hemos encontrado en esta organización, y que hemos tenido y tenemos claro lo esencial, lo importante, si UPyD es un colectivo de ciudadanos que comparten principios y valores y una idea clara de lo que necesita este país, una comunidad política que ha tenido la enorme suerte de coincidir y reconocerse en estas siglas durante 8 años, sin duda eso no podemos dejar que se marchite, que se disperse, que desaparezca.

Si por UPyD entendemos una historia ejemplar, un legado político, una referencia moral, un enorme trabajo parlamentario, una trayectoria intachable, una rareza que los libros reconocerán, sin duda tenemos que mantenerlo limpio, impoluto, libre de toda posibilidad de mancha.

¿Por qué no podemos dejar que muera el proyecto político ni que se desintegre la comunidad ciudadana que se articuló en torno a él? Porque este proyecto sigue siendo necesario y volverá a tener una oportunidad cuando los actuales actores vuelvan a defraudar a la ciudadanía por enésima vez, y porque este grupo humano, la inmensa mayoría de este grupo humano, tiene un valor intangible incalculable. Porque ningún casting, ningún proceso selectivo de la mejor multinacional, podría haber seleccionado a tanta y tan buena gente mejor que lo han hecho estos 8 años de práctica y organización política. En UPyD he conocido a extraños a los que tras leerlos y verlos comportarse en reuniones, actos, campañas…, les daría con los ojos cerrados las llave de mi casa o el cuidado de mis hijos si los tuviera.

Ahora bien, si por UPyD entendemos una persona jurídica, una marca, unas siglas, un CIF, unos estatutos, una organización, unos consejos locales y territoriales, unas gestoras, unos carnets de afiliado…, ¿en tal caso cuál sería mi respuesta? Creo tenerlo claro, mi respuesta es que habría que mantener vivo a ese UPyD orgánico y jurídico si, y sólo si, esa fuera la mejor forma de mantener al UPyD esencial, el de las primeras tres definiciones, el UPyD del proyecto político, el UPyD de la gente y el UPyD de la historia.

¿Y lo es? ¿Es la mejor forma? Eso no lo tengo tan claro. Depende de las personas que se queden al frente y las fuerzas que les queden, pero también de las que se han ido y se irán, depende de lo que se haga y lo que se deje de hacer…, y a mi juicio hay algo que me temo que ineludiblemente hay que hacer: plegar velas, limitar a la mínima expresión la exposición a la intemperie, reducir el metabolismo, y mantener vivo el tronco y las raíces hasta que llegue la primavera. Símiles ecológicos al margen, esto se traduce en diseñar una mínima organización que aglutine a su capital humano, mantener viva la savia del debate y la reflexión política, quizá una cierta, muy selectiva y meditada iniciativa en materia de comunicación pública, ir alimentando un nuevo liderazgo que en ese magma surja de forma natural y matar todo lo demás, empezando por la estructura territorial.

Este partido tiene que entrar en hibernación, tiene que perder las hojas y ramas periféricas. Una organización obligada a garantizar el soporte vital de lo esencial no lo logrará si está preocupada de lo que a nivel local se pueda estar haciendo o deshaciendo, porque no tendremos medios humanos ni materiales para garantizar un mínimo control. Que esa hibernación se produzca manteniendo la personalidad jurídica o disolviéndola para renacer de otra forma a mi juicio es una cuestión menor. Que sea más fácil un futuro éxito con la misma marca o con una nueva, no tengo ni idea, doctores tiene la Iglesia del marketing y la comunicación política, y yo no soy uno de ellos.

Posiblemente, como tantas otras veces, los que siempre comprendieron lo que significa y vino a hacer UPyD entenderán esto, y aunque ahora no tengan claro qué es tácticamente lo mejor, estarán encantados de seguir formando parte de este colectivo latente, vivo, intelectualmente activo, políticamente fértil, velando armas para el futuro… Los que con este planteamiento se queden si cargo, órgano, estructura, y sientan que perdiendo eso lo han perdido todo, no lo estarán tanto. Y luego está esa inmensa mayoría, toda esa gente de buena fe, esos compañeros bienintencionados, voluntaristas, incombustibles, esos que en el minuto 89 de partido con un seis a cero en contra siguen arengando al resto gritando “¡vamos, que remontamos!”, ellos dudarán, al menos tanto como dudo yo.
 

miércoles, 30 de diciembre de 2015

¿QUÉ HAGO CON UPyD?

Tras 8 años formando parte de un proyecto político, el primero de mi vida y el último, hoy, en estos duros momentos para todos los que hemos empeñado tiempo, ilusión y nuestro mejor saber en sacarlo adelante, debo tomar la decisión de seguir o abandonar.
 
Yo las decisiones las tomo reflexionando, preguntándome y respondiéndome. Permitidme que comparta resumidamente mis reflexiones.
 
¿Los problemas que afronta España son sustancialmente distintos a los que afrontaba en 2007?
 
No. Son los mismos pero agudizados. Especialmente el territorial ha llegado a cotas insostenibles y en este asunto hay que reaccionar. Y digo bien: reaccionar. Acción / Reacción (sí, por si queda alguna duda, reaccionar como han reaccionado los reaccionarios de toda la vida).
 
¿Los actores políticos son los mismos y tienen las mismas ideas?
 
No. Han aparecido nuevos partidos y algo han aprendido los viejos, poco, pero algo.
 
¿Algunos de los partidos existentes tiene una visión integral de las reformas de calado que necesita nuestro país, como sí las tiene UPyD, y además tiene la voluntad firme de comportarse éticamente para poder llevar esas reformas adelante?
 
Ni por asomo. Uno de los nuevos trae viejas ideas vestidas de nuevas, viejas y malas ideas, muy malas. El otro de los nuevos no trae malas ideas, pero pocas propias y una nula determinación para comportarse con la ética y la moral que la política española necesita. Más de lo mismo barnizado y remozado con apariencia de juventud.
 
¿UPyD es necesario?
 
Más que nunca.
 
¿Tiene UPyD posibilidades reales de seguir existiendo sin representación, con escasa afiliación y raquítica financiación?
 
Muy difícil, pero sólo depende de nosotros, los que aún formamos parte de este partido. Somos duros. Las travesías del desierto no son más que el día a día de los tuaregs.
 
¿Tengo yo ganas y fuerzas para seguir comprometido y dedicándole mi tiempo?
 
No de la misma forma que cuando empecé. Seguir apoyando, empujando el carro encallado en la arena sí, pero tirando de él, asumiendo responsabilidades, no me veo.
 
¿Confío en Andrés, Gorka, Maite, Julio, Humberto, Anselmo y el resto del Consejo de Dirección?
 
Plenamente. No lo pueden haber hecho mejor. Sólo tengo dudas acerca de que tengan la fuerza y determinación necesarias para seguir. Estoy deseando oír que sí la tienen y que además tienen un plan.
 
¿Tendrá UPyD una oportunidad electoral en el futuro?
 
No lo sé, pero sí sé que depende de nosotros y nada más porque no tengo ninguna duda de que Podemos y Ciudadanos van a decepcionar a la inmensa mayoría de los que los han votado. Tengo la certeza de que su irrupción y aparente fortaleza ha sido una genial jugada del bipartidismo para que pasada la ola de indignación todo siga más o menos como antes, para que nada importante cambie. Serán otras caras, otras siglas, otra estética, pero todo cosido y bien armado para que siga igual.
 
Esa decepción va a llegar tarde o temprano y existe la posibilidad cierta de que UPyD recupere a esos votantes y muchos más de los que nunca tuvo. Para que eso ocurra sólo tiene que hacer algo tan heroico como mantenerse vivo y defender lo que siempre ha defendido: una idea de como debe organizarse y gestionarse España tan clara como la que Carlos Martínez Gorriarán nos dibujó y una forma de ser y comportarse en política única, intachable, implacable con la corrupción, la ilegal y la inmoral, una forma de entendernos a nosotros mismos, como la que Rosa Diez nos ha legado.
 
¿Tenemos que cambiar cosas?
 
Sí, unas cuentas, pero no voy a exponerlas aquí ni ahora.
 
A mí no me ha defraudado, como a otro querido amigo y compañero que recientemente ha anunciado que nos deja, que Andrés Herzog no saliera la noche electoral a insuflar ánimos y decir que seguimos adelante. Hubiera sido una posición falsa, impostada. Andrés dijo lo que tenía que decir, que necesitaba descansar, reflexionar y tomar una decisión sensata. No nos ha mentido, como nunca lo hace ni lo hará. Yo no quiero un líder que nos mienta, que nos diga lo que queremos escuchar, quiero un hombre sincero, lógico, razonable, humano… Yo no esperaba una arenga en la rueda de prensa de la noche más triste.
 
Este partido ha intentado ser excelente y lo ha conseguido: moralmente excelente, políticamente excelente y electoralmente un fracaso. Quizá porque lo primero lleva a lo segundo y lo segundo a lo tercero, al menos en este país. Hemos puesto siempre el listón de la autoexigencia muy alto. Hemos sido muy duros con el gobierno, con los contrincantes políticos, con la prensa, con los que se acercaron a nosotros para conocernos y afiliarse, y sobretodo hemos sido muy duros con nosotros mismos, con nuestra gente, y seguimos siéndolo. Quizá es que no sepamos ser de otra forma.
 
Andrés y su equipo deben medir fríamente lo mismo que un grupo de valientes visionarios midió en el verano de 2007: si había agua en la piscina antes de lanzarse. Yo creo que la hay, bastante más que la que había entonces. Yo no pienso salir de la piscina. Aunque nade poco porque me quedan pocas fuerzas, me sigue pareciendo un lugar en el que merece la pena estar, desde luego mucho mejor que las charcas de los alrededores. Sólo saldré si sale la gente en la que creo. Es cierto que muchas personas en las que creía nos han abandonado y nos sigue abandonando. También son humanos, los entiendo y respeto.
 
Pase lo que pase, os deseo a todos, compañeros de UPyD y amigos que me seguís por aquí, un feliz 2016.
 
 

domingo, 21 de junio de 2015

UNA DE CONCEJALES...

Esto ocurrió hace ya unos años.

Fue en un pueblo del sur de España. Llevaba ya seis años colaborando con una empresa suiza especialista en energías renovables en la promoción de un parque eólico. La tramitación completa, desde que se registró el primer papel en un órgano de la Administración hasta obtener la licencia de obras supuso la friolera de 11 años. Nunca olvidaré el día que mi cliente me preguntó si creía que la obtendríamos en 2 o 3 años. Le dije que mi experiencia me decía que no lo creía, que sería algo más, 4 ó 5. Nunca supusimos ni él ni yo, que finalmente serían 11. Él tras lograr este éxito (lo fue considerando que promovió otros 14 parques en Andalucía que no la obtuvieron), no volvió a invertir en España, es más, nos puso en su lista negra de países "business unfriendly". Yo no volví a dar a un cliente una fecha ni aproximada, cuando de procedimientos administrativos en los que están involucradas distintas administraciones depende. Ambos aprendimos. Hoy somos amigos. Él hace negocios en Ghana y yo lo intento en Colombia.

Pero volvamos a la historia, otro día hablaremos de plazos administrativos, arbitrariedades, seguridad jurídica y desarrollo. Como decía, habían pasado ya unos seis años desde que había presentado el proyecto al alcalde e iniciado los trámites ante la Junta. Ya había conocido dos corporaciones socialistas, y ese día vino expresamente a conocer al nuevo concejal de urbanismo surgido tras las recientes elecciones. Llegó al aeropuerto de Málaga en un vuelo procedente de Zurich a las 10:00 de la mañana, lo recogí y a las 12:00 estábamos en la puerta del despacho del flamante concejal. Era de Izquierda Unida, quien no había ganado las elecciones pero había adquirido la responsabilidad de la tenencia de alcaldía de urbanismo y medio ambiente tras un pacto con el Partido Popular y el Partido Andalucista. Si, un tripartito que sólo tenía en común el objetivo retirar al PSOE de un ayuntamiento en el que había estado haciendo y deshaciendo a su antojo durante muchos años.

Recuerdo que nos hizo esperar algo así como una media hora, y nos hizo pasar. Y allí estaba él: treinta y tantos, barbas descuidadas, camiseta blanca por fuera de un pantalón vaquero con una consigna reivindicativa (en aquella época no había mareas, pero algo reivindicaba, de eso estoy seguro), y chanclas de verano que mostraban los cinco dedos de los pies con sus respectivos pelos. El teniente de alcalde se levantó, nos dio la mano, y con la educación justa para excusar la demora nos hizo sentarnos para oír lo que teniamos que decirle. Básicamente que esperábamos que los avances que habíamos logrado con la anterior corporación no se vieran frenados por un partido que históricamente había mostrado un gran interés por la defensa de las energías renovables. Se limitó a escuchar, a salir del paso como pudo, y a hacer un par de comentarios intrascendentes que ilustraban su absoluto desconocimiento del proyecto, pese a que la reunión se había convocado dos semanas antes, llevaba ya varios meses en el cargo y en un anterior encuentro con el nuevo alcalde popular se había excusado en el último momento y no había aparecido.

Yo en aquel momento sentí una profunda vergüenza ajena y propia, porque se trataba de mi país, de algo que quiero. No entendía como un representante de los ciudadanos, alguien que había adquirido el honor de representar a sus vecinos, no era capaz de darse cuenta que el cargo obliga a un mínimo decoro y a una responsabilidad. A mi tampoco me gustan las chaquetas ni las corbatas, y solo represento a mi empresa, pero uno debe saber estar. El concejal de urbanismo de una ciudad de más de 50.000 habitantes de la provincia con más paro de Europa, mostró a un empresario de Zurich la cara B de la marca España y dónde no es seguro invertir. Al salir mi cliente no me dijo nada, pero yo sí saqué el tema y le pregunté si en Suiza sería normal que un cargo público recibiera a un inversor de esa guisa. Me dijo lo obvio, que no era normal ni en Suiza ni en ninguna parte de Europa, ni el atuendo, ni la indiferencia, ni la falta de profesionalidad.

En estos días, y reconociendo que aunque aquel hombre no tuvo un especial papel en el devenir del proyecto, ni positivo ni negativo, al menos no fue un obstáculo, no puedo dejar de acordarme de él y de pensar en los centenares que como él hoy estrenan despacho en pueblos y ciudades de toda España, grandes capitales incluidas, con las cabezas mucho peor amuebladas aun. Personas sin oficio ni beneficio, que consideran a los empresarios enemigos a batir, que no han sentido el vértigo de tener que pagar una nómina en su vida, que viven pegados a su sentido de la realidad social y absolutamente ausentes de la realidad económica. Personas que ponen sus trasnochadas ideologías, taras y traumas por encima del sentido común y la educación más elemental.

A todos hay que darles la bienvenida, y pedirles que no nos avergüencen como lo han hecho los salientes, no por meter la mano en la caja, algo que no creo que hagan, sino por intentar promover inservibles revoluciones de camiseta que ni tocan ni son útiles. La revolución de la honradez sensata o la sensatez honrada es la única que sigue pendiente en este país. 

Aquí quedo, esperando que levanten esas alfombras que ahora pisan y abran las ventanas para que nunca jamás a nadie le salga barato corromperse, y si pueden hacer todo eso sin arruinar al país, mejor..., es lo deseable.

martes, 12 de mayo de 2015

UPyD Y LA POLÍTICA MUNICIPAL. AGRADECIMIENTO A TANTOS.

“UPyD no ha nacido para hacer política municipal, no es algo prioritario. Todo lo que hagamos en política municipal debe estar supeditado a los objetivos políticos nacionales”. Esto fue lo que le dije a una compañera hace unos años en una reunión del Consejo Territorial de Andalucía en la que establecíamos prioridades y organizábamos el trabajo.
Aunque ya lo hice en su momento, hoy me toca reconocer públicamente mi error. Rocío, tenías razón, la política municipal no sólo es tan importante como el resto, sino que además se trata de un ámbito en el que UPyD puede, tan bien como en cualquier otro o incluso mejor, demostrar para qué existimos. Mientras el cargo de concejal de urbanismo en este país esté bajo sospecha, UPyD no es que sea necesario, es que es urgente.
Es cierto que la razón de nacer, el Manifiesto Fundacional de UPyD y las propuestas políticas que nos han identificado han tenido como objeto principal cuestiones de ámbito estatal, la regeneración democrática y revisión de la arquitectura política, administrativa, institucional y competencial que hace de España un Estado poco eficiente, cuando no verdaderamente un escollo para el desarrollo y la prosperidad de los españoles. Pero no lo es menos que la política local es uno de los ámbitos donde a falta de capacidad legislativa y posibilidad de impulsar las reformas necesarias, existe la posibilidad cierta, posiblemente la mejor, de poner en práctica las políticas de buen gobierno, de gestión responsable y enfoque profesional de la toma de decisiones. UPyD no es reconocido por tener un mejor criterio a la hora de diseñar el alumbrado público o planificar la política de movilidad de un pueblo o ciudad. No, definitivamente no están ahí nuestras señas de identidad. Pero sí lo están en la gestión profesional, en la despolitización de la administración que es la que permite que las decisiones más adecuadas en materia de alumbrado o movilidad las tomen los técnicos y no los políticos.
Es posible que no hayamos valorado lo suficiente, cuando no despreciado, a nuestros hombres y mujeres que en cada pueblo han defendido nuestras ideas con la sana ambición de mejorar la vida de sus vecinos desde la institución más cercana, desde la que más directamente afecta el día a día de los ciudadanos. No sé otros, pero yo siento la necesidad de pedir disculpas.
Pido disculpas a mi agrupación local de El Puerto de Santa María, en cuya vida no participo, por no hacerlo y por poner cara de tonto cuando me hablan de alguna persona del gobierno municipal a quien no conozco porque jamás me ha interesado la política municipal, porque jamás se me ha ocurrido comprar la prensa local ni ojear las noticias locales cuando llega a mis manos un diario en la cafetería.
Pido disculpas a todos esos afiliados que esperaban de las personas que hemos estado en puestos de dirección, mayor comprensión hacia sus intereses y motivaciones, de sus deseos de hacer política desde su ciudad, a esos afiliados aislados que en sus pueblos han tenido dificultades para llevar a la práctica sus deseos de hacer política muchas veces desanimados por nuestros inflexibles marcos organizativos. Pido disculpas por no haber considerado siempre importante lo que para vosotros era importante.
Pido disculpas por el bochornoso espectáculo que han dado y están dando afiliados mucho más significados, personas que tienen o tenían la responsabilidad de dar ejemplo, que estaban destinadas a afrontar objetivos superiores, y que en muchos casos han demostrado no merecer la confianza que les dimos desde órganos de dirección mientras se la negábamos a esos militantes anónimos que sí tenían claro para qué estaban aquí.
Hemos sido muy duros con nosotros mismos, y ahora, precisamente ahora, es el partido el que está en manos de todas esas personas generosas, entregadas, que no han redactado proposiciones no de ley, ni preguntas parlamentarias, ni analizado proyectos legislativos, ni escrito artículos grandilocuentes, personas que simplemente se han limitado a escuchar a sus vecinos, que han sido su voz y han buscado la forma de ofrecerles una solución a sus problemas o al menos la esperanza de un pueblo más habitable.
En estos momentos creo que son esos más de 9.000 candidatos la única verdad absoluta que hay en UPyD. Personas que han decidido poner su nombre en una lista electoral, hacer una campaña electoral en las condiciones más precarias que podamos imaginar, personas que están entregando altruistamente su tiempo y el de su familia para defender el proyecto político en el que creen. Personas que podrían haberse bajado del carro y montarse en otros caballos que aparentemente galopan más veloces, pero que han decidido que UPyD sigue siendo su mejor instrumento, el único instrumento cierto para mejorar la vida de los españoles.
A todos ellos hoy hay que mostrarles infinita gratitud, y hay que hacerlo con independencia de los resultados que se obtengan, que estoy seguro serán mucho mejores que las expectativas generadas en los últimos tiempos, porque en la mayor parte de los casos es mucho el trabajo que como hormiguitas llevan haciendo en sus localidades desde hace años, algo que ha de verse necesariamente recompensado.
Gracias por seguir al pie del cañón, por animarnos cuando vamos a animaros, por salir cada día a la calle a explicar a vuestros vecinos porqué UPyD merece su confianza. Gracias por entender que tenemos que hacer una campaña sin presupuesto. Gracias por darnos una opinión que demasiadas veces desoímos. Gracias por vuestra comprensión frente al demasiado frecuente sentimiento de orfandad. Gracias por ser nuestra voz donde no llega ni Twitter, ni Facebook. Gracias por compensar nuestras ausencias en radio y televisión. Gracias por vuestras palabras de aliento y crítica serena y constructiva. Gracias por complicaros la vida...
Gracias compañeros. No sé si os merecemos, no sé si nos merecemos, pero gracias. Mantenéis y mantendréis vivo y fuerte el único proyecto auténticamente regenerador que existe en la política española.
Como cantó Serrat: “Dios y mi canto saben a quién nombro tanto”.
 

jueves, 7 de mayo de 2015

EL FUTURO DE UPyD

Desde el batacazo electoral en Andalucía y la sonada crisis interna suscitada, corren caudalosos los otrora secos ríos de tinta sobre UPyD. No son pocos los que al albur de las negativas encuestas que se van conociendo auguran un negro futuro para el partido y pronostican su desaparición.

Llegados a este punto parece razonable identificar los elementos que los agoreros no tienen en cuenta, sin duda por desconocimiento de los pilares de este partido y confusión en las premisas sobre las que arman su argumentación.

UPyD no es un partido cosido por relaciones de poder ni clientelares. Dicho de otra forma, los hombres y mujeres que formamos UPyD no necesitamos a UPyD para vivir, tenemos nuestras profesiones, e incluso los que tienen una dependencia económica como los cargos públicos tienen un puesto de trabajo al que volver. Hasta los escasos empleados tienen un componente vocacional y convencimiento en el proyecto político que trasciende a la necesidad económica. Por esto, aun en el caso de que las encuestas no se equivocaran esta vez como se han venido equivocando históricamente salvo en las andaluzas, lo que significaría un hundimiento, una catarsis en cualquier otra organización, en UPyD no tendrá esos efectos.

¿Que tendremos que plegar velas y reducir la estructura? Por supuesto, como miles de empresas han debido de hacer en estos aciagos años, resistiendo, reinventándose, eliminando lo accesorio para mantener lo esencial. Lástima tener que decidir que muchas querellas criminales contra la corrupción y los corruptos tengan que pasar a ser accesorias, pero los votantes mandan, y demasiados nos han dado la espalda en Andalucía impidiendo que sigamos en esa lucha, y los bancos, que mandan más, al menos en este país, han dejado de darnos crédito. Por suerte centenares de ciudadanos con sus donativos van a permitir que algunas vuelvan a ser esenciales. La crisis económica se ha llevado por delante a muchas de empresas pero ha hecho más fuertes, resistentes y mejores a otras tantas. ¿Acaso hay empresa más noble y necesaria que defender a los españoles, incluso de nosotros mismos?. 

No obstante UPyD no es una empresa mercantil, no tiene que reinventarse, ni adaptarse al mercado, a lo que busca el consumidor. Este verano tendremos un Congreso en el que lo revisaremos todo, desde las tácticas, a las estrategias políticas y a las personas encargadas de diseñarlas y ejecutarlas. Todo estará en revisión, pero si de algo podemos estar seguros es que no nos preguntaremos si querremos dejar de ser UPyD. Dejar de ser UPyD no es dejar de ser un partido, con un CIF, una dirección, unos estatutos y unos representantes, dejar de ser UPyD es renunciar a defender las reformas políticas que estamos convencidos que España necesita. UPyD no es otra cosa que sus objetivos políticos y su forma de comportarse y mientras sus objetivos políticos no los defienda nadie, y créanme, nadie los defiende, y nuestra forma ejemplar de comportamiento democrático no sea la norma, podremos ser 10.000, 5.000 o 500, pero habrá UPyD para rato y para Rato.

UPyD nació para regenerar la democracia, para reformar el modelo territorial, para modernizar nuestras instituciones y hacerlas homologables a las de los países que funcionan, para propiciar las reformas estructurales que permitan acabar con el despilfarro y las duplicidades, las que permitan poner el dinero donde hay que ponerlo, en la protección social, en la investigación y el desarrollo, en la educación y por supuesto en los bolsillos de los ciudadanos y en las cuentas corrientes de las empresas que crean riqueza y empleo. Y esas cosas que hay que hacer nadie está dispuesto a hacerlas.

Por lo tanto, que nadie espera una desbandada, sean los resultados los que sean. Que nadie espere que tiremos la toalla los miles de españoles que un día decidimos pasar de las musas al teatro, de la queja vana a la acción, del lamento en el desierto a la proposición no de ley o las iniciativas legislativas. Este partido está conformado por personas resistentes, personas que ya han demostrado saber soportar la soledad, la incomprensión, la amenaza, el desapego, el aislamiento…, todo eso que nos hizo más fuertes. No me cabe ninguna duda de que la travesía del desierto que le queda pasar a UPyD será importante, pero llevamos él mejor de los víveres: la determinación, y en cantidades ingentes.

UPyD no va a desaparecer porque este partido tiene alma. Y no, el alma no es ese elemento sentimental, pasional, que enardece a los humanos en torno a clubs, cofradías, sectas, conjuntos musicales, peñas o hermandades, ni mucho menos. Esa identificación emocional no la hemos generado, no tenemos símbolos a los que aferrarnos, no nos erizan la piel los acordes de un himno, ni la añoranza de un pasado heroico. El alma de UPyD son sus razones. Alma y razón, difícil combinación, aparentemente antagónicas, ¿pero es que acaso no es la razón el alma de los hombres libres?

Cuando en UPyD decimos que somos de verdad nos referimos a esto. No hay impostura, no hay marketing (pardiez!, si hubiera habido algo más de marketing...), no hay teatro, no hay representación, no hay disimulo. Hay razones, determinación y convencimiento de hacer lo correcto. Y les puedo asegurar que un hombre libre, con la determinación y el convencimiento de hacer lo correcto es imbatible. Imagínense 10.000.

UPyD no va a desaparecer porque no tiene prisas. Las prisas por encontrar una senda de desarrollo y progreso la debería tener este país, pero a ella deben llegar los españoles por sus propios medios, y está claro que han decidido usar el del ensayo y error. Los españoles tienen el derecho a equivocarse las veces que necesiten equivocarse, y nosotros no podemos hacer otra cosa que advertirlo, aunque resultemos desagradables, prepotentes, incómodos, molestos e incluso odiosos. En este país en el que la envidia es el pecado nacional no podemos esperar otra cosa, ni evitarlo. Les aseguro que no hay prisas. Los que tenían prisas ya han desembarcado o están a punto de hacerlo. Sólo estamos viviendo las primeras secuencias del largometraje que decidimos protagonizar hace siete años y medio. Queda película y la trama tiene que dar giros inesperados, posiblemente más de uno, más de dos y más de tres aún. ¿Y si el asesino no es el mayordomo?

Y por último, UPyD no va a desaparecer porque en estas próximas elecciones muchos ciudadanos van a valorar el trabajo incansable que en sus pueblos y ciudades han llevado a cabo las personas de UPyD. Muchos van a depositar su confianza en personas de verdad, no en siglas que representan globos de indignación, monstruos de Frankentein cosidos con retales de cadáveres de la vieja política, sumas de proyectos individuales sin objetivo nacional, y mucho menos van a confiar en quienes llevan 3 décadas engañando y robando en nuestras narices.
 
 

lunes, 30 de marzo de 2015

VISTALEGRE CUATRO AÑOS DESPUÉS

El próximo viernes se cumplen 4 años del acto organizado por UPyD en Vistalegre con motivo de la presentación de los candidatos que concurrieron en las elecciones locales y autonómicas de mayo de 2011.

Aquel fue un acto muy importante para UPyD, no por el número de personas que reunió, sino por lo que tuvo de ceremonia de autoafirmación y reivindicación de un proyecto nacional, que en su mayoría de edad mostraba su capacidad para concurrir a las elecciones en numerosos municipios, todas las capitales de provincia y comunidades autónomas, presentando un total 322 candidaturas y 7.171 candidatos en toda España.

En aquel acto hubo intervenciones memorables, como la de Álvaro Pombo, la de José Luis Alonso de Santos, la de Toni Cantó, la de Luis de Velasco, la de la propia Rosa Diez…, pero quiero hacer mención especial a la de Fernando Iwasaki, que a  mi modo de ver situó a los candidatos y a todos nosotros frente al espejo del partido que hicimos nacer en 2007. (https://www.youtube.com/watch?v=TIUOEXvYHD8). Iwasaki soltó algunas perlas que hoy convendría recordar: “UPyD nació con vocación pedagógica y no con vocación de bisagra”. Esto de la vocación pedagógica debería ser refrescado a los que tienen tanta prisa. Deberíamos tener claro que sin pedagogía previa no obtendremos logros políticos. Nuestro producto, nuestro discurso, nuestro objetivo no es cómodo, no es fácil de digerir sin una necesaria labor pedagógica previa. Ya sabemos que hemos hecho mucha pedagogía, pero evidentemente no ha sido suficiente. Mucha más es la que nos queda por hacer.

Pero de todo lo que dijo Fernando Iwasaki, quizá lo más importante fue la identificación explícita de nuestros valores, algo que muchos suponíamos que todos teníamos asumidos, y que a la larga se ha mostrado que no era del todo así. Fernando dijo: “UPyD nació para defender principios y no para pastelear con ellos”. Esto como proclama discursiva queda muy bien, y uno piensa que es sencillo de entender y de llevar a la práctica, pero la tozuda realidad nos ha enseñado que no lo es tanto.

Cometimos un error de simplificación imperdonable el día que señalamos como objetivo político romper el bipartidismo. Algunos se quedaron en esa superficie, y no entendieron que no se trataba de eso, o al menos no sólo se trataba de eso. Si se tratara de eso, desde luego lo mejor que podemos hacer hoy sería pactar con Ciudadanos o con Podemos. De lo que se trataba es de regenerar la democracia, de cambiar los vicios, las formas y los modos de la política española, de defender la libertad y la igualdad desde la honradez y de desterrar la corrupción moral, esa que no persiguen los jueces porque no es delito, esa que sólo podemos perseguir los ciudadanos con nuestro comportamiento diario. Y en este empeño los planteamientos ideológicos pasan a un segundo lugar. Tenemos mucho más que ver con quienes tienen claro el valor de la democracia, de la ley, de la palabra dada, de la rendición de cuentas, de la transparencia, de la lucha pasiva y activa contra la corrupción aunque podamos diferir en propuestas programáticas que con quienes esto no lo tienen claro, aunque podamos coincidir en más puntos.

El problema es que la afirmación “venimos a defender principios no a pastelear con ellos”, es tan simple que no se puede aprender. Podemos aprender y aprender a explicar qué significa eso de la transversalidad, de que no somos ni de izquierdas ni de derechas, de hecho nuestros cargos públicos, portavoces y candidatos, llevan 7 años sometidos a un férreo entrenamiento en la materia y ya tienen adquiridas como resortes todas las posibles respuestas. Podemos aprender qué significa nuestro modelo de estado federal cooperativo. A algunos les ha costado más que a otros entenderlo y explicarlo, pero en términos generales lo hemos conseguido, al menos creo que nosotros lo tenemos claro, aunque muchos ciudadanos sigan sin verlo (más pedagogía hace falta). Podemos explicar nuestra propuesta de reforma de la administración, de fusión de municipios, de supresión de las diputaciones. Escribimos un libro sobre el coste del estado autonómico, hicimos propuestas concretas de fusión municipal, y fuimos capaces de explicar a los ciudadanos que no van a perder su pueblo, que se trata sólo de reorganizar la Administración. Los nuestros supieron entenderlo, y si alguno sigue albergando dudas, ahí tienen a Ramón Marcos para aclarárselas. Supimos aprender y por tanto explicar cuál es nuestra propuesta de contrato único indefinido o la de la ley de segunda oportunidad para los hipotecados. Nuestro diputado Álvaro Anchuelo las desarrolló, documentó y justificó perfectamente y ahí están, a disposición de los ciudadanos y de nuestros portavoces y representantes para entenderlas y explicarlas. Supimos explicar en qué consistía la falacia del derecho a decidir. En una intervención memorable de nuestra portavoz Rosa Díez en el Congreso, fuimos capaces de que la entendieran todos los demócratas y que incluso la votaran aunque fuera a regañadientes la inmensa mayoría de los representantes de los españoles. Pudimos entender, porque Toni Cantó lo entendió y nos lo supo explicar, que los animales no tienen derechos, que somos las personas las que tenemos los derechos y por tanto la obligación de no maltratarlos. Por aprender, incluso se puede aprender cómo funciona el mercado eléctrico en este país, cómo se confecciona el precio de la electricidad y como sigue siendo necesario auditar la forma en que se establece la estructura de costes. A Carlos Martínez Gorriarán, profesor de filosofía, no ingeniero industrial ni economista, le ha llevado un buen tiempo entenderlo y explicarlo, pero hoy posiblemente es una de las voces más autorizadas en la materia.

Se pueden aprender y entender muchas cosas, claro que se puede. Pero eso de que con los principios no se pastelea no se aprende en ninguna parte. Eso debemos tenerlo incorporado de fábrica, eso es algo que o lo traemos interiorizado desde niños, o ningún aprendizaje, ningún ensayo teatral, ninguna regla nemotécnica, ningún recitado como si de un loro se tratara lo puede lograr.

UPyD no es un conjunto de puristas jacobinos como algunos nos retratan. No somos ninguna élite moral, simplemente somos como hemos decidido ser, como nos hemos obligado a ser. Tenemos una enorme capacidad de llegar a pactos, de hacer cesiones para alcanzar acuerdos en todas aquellas materias en que sea posible hacerlo. Hemos pactado iniciativas parlamentarias con el PP, con el PSOE con Izquierda Plural, con ERC, con CiU, con el PNV… Somos gente de orden, de sentido común, con los pies en el suelo y pragmáticos en la medida de lo posible y necesario. Pero hacer pactos electorales previos con quienes no compartes principios morales y democráticos básicos, esos que no se dicen, que no se pueden impostar, que no se pueden explicar, esos que sólo se muestran con el comportamiento, eso no es posible. Y esto es algo que se entiende o no se entiende. Son de esas cosas que si para entenderlas hace falta más de una palabra, no merece la pena explicarlo.

Sobra decir que afrontamos estas próximas elecciones con una crisis interna de dimensiones considerables, pero no me engaño si digo que a este partido le queda mucha guerra por dar. Quienes auguran nuestra desaparición son ajenos al carácter indestructible de la moral de los que sabemos que hacemos lo correcto. El mortero que aglutina las piezas de UPyD no es el interés económico, ni el afán de protagonismo, ni la necesidad de alimentar miradas de correligionarios, ni el estar por estar, nuestro mortero es el más potente de todos, la convicción de saber que somos necesarios, que este país no puede permitirse prescindir del único partido insobornable, que pone en riesgo su propia existencia por defender lo que nadie defiende.

Acabo como empecé, recordando a Fernando Iwasaki en Vistalegre hace un año. Él no hizo una arenga política al uso, habló de valores, proclamó los de UPyD y reivindicó la rectitud, la decencia y la honestidad como esas señas de identidad que nunca debemos perder. Culminó su intervención diciendo que los adversarios nos pueden indignar, pero no nos pueden avergonzar, porque no son de los nuestros, que sólo los nuestros pueden hacerlo, que sólo uno de los nuestros puede arrasarnos de vergüenza a todos.

Él se dirigía a nuestros candidatos de entonces, miles de hombres y mujeres, anónimos para la mayoría, y para los que cabía la posibilidad cierta de la duda. Pasado cuatro años, puedo decir que ninguno de nuestros 152 concejales y 17 diputados en el País Vasco, Asturias, Madrid, Congreso y Parlamento Europeo me ha avergonzado. No me avergonzó nuestra concejala en Cartaya ni nuestros concejales en Armilla, que fueron expedientados por mantener pactos postelectorales encubiertos con la fuerza más votada de su municipio, en ambos casos el Partido Popular, desoyendo las directrices de la Dirección y defraudando la palabra dada a los ciudadanos (en el caso de Cartaya el detonante fue su voto favorable a la privatización de la gestión del agua). Ni siquiera ellos me avergonzaron; me defraudaron, me decepcionaron, pero no me avergonzaron. Ese triste honor de avergonzarme lo están consiguiendo otros mucho más significados en estos últimos meses y días, negando la transparencia, mintiendo y practicando la vieja política que vinimos a cambiar.