lunes, 30 de marzo de 2015

VISTALEGRE CUATRO AÑOS DESPUÉS

El próximo viernes se cumplen 4 años del acto organizado por UPyD en Vistalegre con motivo de la presentación de los candidatos que concurrieron en las elecciones locales y autonómicas de mayo de 2011.

Aquel fue un acto muy importante para UPyD, no por el número de personas que reunió, sino por lo que tuvo de ceremonia de autoafirmación y reivindicación de un proyecto nacional, que en su mayoría de edad mostraba su capacidad para concurrir a las elecciones en numerosos municipios, todas las capitales de provincia y comunidades autónomas, presentando un total 322 candidaturas y 7.171 candidatos en toda España.

En aquel acto hubo intervenciones memorables, como la de Álvaro Pombo, la de José Luis Alonso de Santos, la de Toni Cantó, la de Luis de Velasco, la de la propia Rosa Diez…, pero quiero hacer mención especial a la de Fernando Iwasaki, que a  mi modo de ver situó a los candidatos y a todos nosotros frente al espejo del partido que hicimos nacer en 2007. (https://www.youtube.com/watch?v=TIUOEXvYHD8). Iwasaki soltó algunas perlas que hoy convendría recordar: “UPyD nació con vocación pedagógica y no con vocación de bisagra”. Esto de la vocación pedagógica debería ser refrescado a los que tienen tanta prisa. Deberíamos tener claro que sin pedagogía previa no obtendremos logros políticos. Nuestro producto, nuestro discurso, nuestro objetivo no es cómodo, no es fácil de digerir sin una necesaria labor pedagógica previa. Ya sabemos que hemos hecho mucha pedagogía, pero evidentemente no ha sido suficiente. Mucha más es la que nos queda por hacer.

Pero de todo lo que dijo Fernando Iwasaki, quizá lo más importante fue la identificación explícita de nuestros valores, algo que muchos suponíamos que todos teníamos asumidos, y que a la larga se ha mostrado que no era del todo así. Fernando dijo: “UPyD nació para defender principios y no para pastelear con ellos”. Esto como proclama discursiva queda muy bien, y uno piensa que es sencillo de entender y de llevar a la práctica, pero la tozuda realidad nos ha enseñado que no lo es tanto.

Cometimos un error de simplificación imperdonable el día que señalamos como objetivo político romper el bipartidismo. Algunos se quedaron en esa superficie, y no entendieron que no se trataba de eso, o al menos no sólo se trataba de eso. Si se tratara de eso, desde luego lo mejor que podemos hacer hoy sería pactar con Ciudadanos o con Podemos. De lo que se trataba es de regenerar la democracia, de cambiar los vicios, las formas y los modos de la política española, de defender la libertad y la igualdad desde la honradez y de desterrar la corrupción moral, esa que no persiguen los jueces porque no es delito, esa que sólo podemos perseguir los ciudadanos con nuestro comportamiento diario. Y en este empeño los planteamientos ideológicos pasan a un segundo lugar. Tenemos mucho más que ver con quienes tienen claro el valor de la democracia, de la ley, de la palabra dada, de la rendición de cuentas, de la transparencia, de la lucha pasiva y activa contra la corrupción aunque podamos diferir en propuestas programáticas que con quienes esto no lo tienen claro, aunque podamos coincidir en más puntos.

El problema es que la afirmación “venimos a defender principios no a pastelear con ellos”, es tan simple que no se puede aprender. Podemos aprender y aprender a explicar qué significa eso de la transversalidad, de que no somos ni de izquierdas ni de derechas, de hecho nuestros cargos públicos, portavoces y candidatos, llevan 7 años sometidos a un férreo entrenamiento en la materia y ya tienen adquiridas como resortes todas las posibles respuestas. Podemos aprender qué significa nuestro modelo de estado federal cooperativo. A algunos les ha costado más que a otros entenderlo y explicarlo, pero en términos generales lo hemos conseguido, al menos creo que nosotros lo tenemos claro, aunque muchos ciudadanos sigan sin verlo (más pedagogía hace falta). Podemos explicar nuestra propuesta de reforma de la administración, de fusión de municipios, de supresión de las diputaciones. Escribimos un libro sobre el coste del estado autonómico, hicimos propuestas concretas de fusión municipal, y fuimos capaces de explicar a los ciudadanos que no van a perder su pueblo, que se trata sólo de reorganizar la Administración. Los nuestros supieron entenderlo, y si alguno sigue albergando dudas, ahí tienen a Ramón Marcos para aclarárselas. Supimos aprender y por tanto explicar cuál es nuestra propuesta de contrato único indefinido o la de la ley de segunda oportunidad para los hipotecados. Nuestro diputado Álvaro Anchuelo las desarrolló, documentó y justificó perfectamente y ahí están, a disposición de los ciudadanos y de nuestros portavoces y representantes para entenderlas y explicarlas. Supimos explicar en qué consistía la falacia del derecho a decidir. En una intervención memorable de nuestra portavoz Rosa Díez en el Congreso, fuimos capaces de que la entendieran todos los demócratas y que incluso la votaran aunque fuera a regañadientes la inmensa mayoría de los representantes de los españoles. Pudimos entender, porque Toni Cantó lo entendió y nos lo supo explicar, que los animales no tienen derechos, que somos las personas las que tenemos los derechos y por tanto la obligación de no maltratarlos. Por aprender, incluso se puede aprender cómo funciona el mercado eléctrico en este país, cómo se confecciona el precio de la electricidad y como sigue siendo necesario auditar la forma en que se establece la estructura de costes. A Carlos Martínez Gorriarán, profesor de filosofía, no ingeniero industrial ni economista, le ha llevado un buen tiempo entenderlo y explicarlo, pero hoy posiblemente es una de las voces más autorizadas en la materia.

Se pueden aprender y entender muchas cosas, claro que se puede. Pero eso de que con los principios no se pastelea no se aprende en ninguna parte. Eso debemos tenerlo incorporado de fábrica, eso es algo que o lo traemos interiorizado desde niños, o ningún aprendizaje, ningún ensayo teatral, ninguna regla nemotécnica, ningún recitado como si de un loro se tratara lo puede lograr.

UPyD no es un conjunto de puristas jacobinos como algunos nos retratan. No somos ninguna élite moral, simplemente somos como hemos decidido ser, como nos hemos obligado a ser. Tenemos una enorme capacidad de llegar a pactos, de hacer cesiones para alcanzar acuerdos en todas aquellas materias en que sea posible hacerlo. Hemos pactado iniciativas parlamentarias con el PP, con el PSOE con Izquierda Plural, con ERC, con CiU, con el PNV… Somos gente de orden, de sentido común, con los pies en el suelo y pragmáticos en la medida de lo posible y necesario. Pero hacer pactos electorales previos con quienes no compartes principios morales y democráticos básicos, esos que no se dicen, que no se pueden impostar, que no se pueden explicar, esos que sólo se muestran con el comportamiento, eso no es posible. Y esto es algo que se entiende o no se entiende. Son de esas cosas que si para entenderlas hace falta más de una palabra, no merece la pena explicarlo.

Sobra decir que afrontamos estas próximas elecciones con una crisis interna de dimensiones considerables, pero no me engaño si digo que a este partido le queda mucha guerra por dar. Quienes auguran nuestra desaparición son ajenos al carácter indestructible de la moral de los que sabemos que hacemos lo correcto. El mortero que aglutina las piezas de UPyD no es el interés económico, ni el afán de protagonismo, ni la necesidad de alimentar miradas de correligionarios, ni el estar por estar, nuestro mortero es el más potente de todos, la convicción de saber que somos necesarios, que este país no puede permitirse prescindir del único partido insobornable, que pone en riesgo su propia existencia por defender lo que nadie defiende.

Acabo como empecé, recordando a Fernando Iwasaki en Vistalegre hace un año. Él no hizo una arenga política al uso, habló de valores, proclamó los de UPyD y reivindicó la rectitud, la decencia y la honestidad como esas señas de identidad que nunca debemos perder. Culminó su intervención diciendo que los adversarios nos pueden indignar, pero no nos pueden avergonzar, porque no son de los nuestros, que sólo los nuestros pueden hacerlo, que sólo uno de los nuestros puede arrasarnos de vergüenza a todos.

Él se dirigía a nuestros candidatos de entonces, miles de hombres y mujeres, anónimos para la mayoría, y para los que cabía la posibilidad cierta de la duda. Pasado cuatro años, puedo decir que ninguno de nuestros 152 concejales y 17 diputados en el País Vasco, Asturias, Madrid, Congreso y Parlamento Europeo me ha avergonzado. No me avergonzó nuestra concejala en Cartaya ni nuestros concejales en Armilla, que fueron expedientados por mantener pactos postelectorales encubiertos con la fuerza más votada de su municipio, en ambos casos el Partido Popular, desoyendo las directrices de la Dirección y defraudando la palabra dada a los ciudadanos (en el caso de Cartaya el detonante fue su voto favorable a la privatización de la gestión del agua). Ni siquiera ellos me avergonzaron; me defraudaron, me decepcionaron, pero no me avergonzaron. Ese triste honor de avergonzarme lo están consiguiendo otros mucho más significados en estos últimos meses y días, negando la transparencia, mintiendo y practicando la vieja política que vinimos a cambiar.
 
 

martes, 24 de marzo de 2015

UPyD TRAS LAS ELECCIONES ANDALUZAS: HECHOS, CONJETURAS, RESPONSABILIDADES Y CONSECUENCIAS


Los resultados electorales para UPyD en las pasadas elecciones andaluzas han sido nefastos. Obtener apenas algo más de la mitad de los votos que en 2012 y llegar a un 1,9% no puede calificarse de otra forma.
Hay muchas formas de analizar y explicar estos resultados. Yo les propongo una de ellas.
Empecemos por los hechos:
Es un hecho que UPyD ha enfatizado en su campaña su lucha contra la corrupción, y es un hecho que el PSOE ha revalidado sus resultados pese a ser padre y madre de la desoladora corrupción andaluza, por lo que cabría deducir que la corrupción no es un problema que preocupe mucho a los andaluces, o al menos no lo suficiente.
Es un hecho que aunque las posiciones políticas y el comportamiento como partidos de UPyD y Ciudadanos son muy diferentes, a la vista y entender de mucha gente, de muchos líderes de opinión mediática y una parte nada desdeñable de afiliados y simpatizantes de una y otra formación sí tienen mucho en común, y en cualquier caso ocupan un mismo espacio político, por lo que compiten por el mismo perfil de votante: ciudadanos políticamente centrados, que buscan estabilidad, que temen aventuras neocomunistas, pero han decidido no perdonar la corrupción bipartidista, al menos esta vez.
Es  un hecho que Albert Rivera es un líder carismático, joven, bien parecido, con buen verbo y que cae bien a la mayoría (el yerno perfecto).
Es un hecho que Rosa Díez es una política veterana, que militó en el PSOE y con 30 años a sus espaldas.
Es un hecho que Ciudadanos no ha planteado en el Parlamento catalán medidas concretas y radicales contra la corrupción ni denunciado en los tribunales los numerosos casos de corrupción que salpican a los Pujol, CiU y otros.
Es un hecho que UPyD no hace otra cosa y se ha gastado ya más de 250.000 en querellas.
Es un hecho que Martín de la Herrán es un joven abogado muy preparado, que ha denunciado implacablemente la corrupción y ha estado haciendo propuestas políticas durante tres años, que sigue viviendo de su actividad profesional y forma parte del proyecto político UPyD como voluntario.
Es un hecho que Juan Marín es relojero, líder de la asociación de comerciantes de Sanlúcar, que ha pasado por el PP, PA y lleva 8 años como teniente de alcalde en Sanlúcar con su partido local CIS sosteniendo al PSOE en la alcaldía y formando parte del gobierno municipal.
Es un hecho que en el único debate televisado en que participaron ambos a juicio de la prensa fue Martín de la Herrán el que lo protagonizó y ganó con rotundidad.
Es un hecho que UPyD se ha gastado 125.000 € en la campaña y Cs 200.000 oficialmente.
Es un hecho que la campaña de UPyD ha sido felicitada por numerosos periodistas especializados de distintos medios como innovadora, original y muy atractiva.
Es un hecho que desde hace más dos meses Albert Rivera (Ciudadanos no es otra cosa), ha ocupado decenas de portadas y cabeceras en medios impresos y digitales nacionales, varios publirreportajes y muchas entrevistas en prime time en todas las cadenas generalistas de televisión y radio nacionales.
Es un hecho que UPyD en 7,5 años ha gozado de tres portadas, a raíz de sus dos congresos y de la salida de Sosa Wagner.
Es un hecho que la cobertura mediática dada a la campaña de Ciudadanos ha sido mucho más intensa y sistemática que la dada a UPyD para quienes algunos medios ni existía.
 
Hay muchos más hechos, podríamos seguir, pero mejor lo dejamos aquí. Ahora vamos al terreno de las posibilidades, de las conjeturas, de las suposiciones, porque de alguna forma hay que llamar a esas cosas que se saben pero no se pueden demostrar, por lo que es juicioso escribirlas con cautela.
Quizá, sólo quizá, la oligarquía económica catalana y española está muy preocupada con la deriva secesionista catalana.
Quizá, sólo quizá, la oligarquía económica española está muy asustada con que el experimento de Arriola y el Grupo Planeta para desgastar al PSOE se les haya ido de las manos, y haya crecido tanto que pone en verdadero riesgo la estabilidad del país.
Quizá, sólo quizá, los propietarios de los hilos que mueven las marionetas de los medios se han dado cuenta que el PP y PSC no tienen ninguna posibilidad de crecer y ser verdaderamente decisivos en Cataluña.
Quizá, sólo quizá, Isidro Fainé (Caixabank y Repsol), prohombre del IBEX 35 y otros hayan pergeñado una solución posibilista a ambas preocupaciones.
Quizá, sólo quizá, ya exista en la mesa un pacto PP-PSOE-CiU-Ciudadanos sobre la base de dotar a Cataluña de un régimen fiscal privilegiado, una especie de derecho foral catalán del siglo XXI y otros gestos más simbólicos como llevar el Senado a Barcelona.
Quizá, sólo quizá, para que ese pacto sea posible Ciudadanos debe crecer y tener un importante peso en el parlamento catalán y español.
Quizá, sólo quizá, este pacto no se puede hacer público hasta que pasen las catalanas y las generales.
Quizá sólo quizá, el episodio del Pub Kitty sólo es un prólogo berlanguiano de esta historia.
Quizá, sólo quizá, a UPyD también le plantearon inicialmente esa salida posibilista a la crisis catalana, y quizá UPyD dijera que no, porque es un hecho que entre los principios de UPyD está considerar que todos los ciudadanos españoles deben tener los mismos derechos y obligaciones fiscales, que deben atender a sus condiciones económicas personales y no al territorio en el que vivan.
Quizá, sólo quizá, esos hombres de negocios metidos a estadistas de balances de resultados y reparto de dividendos, entendieron que UPyD sería una molesta incomodidad para llevar a cabo su plan, y una UPyD fuerte con 30 ó 40 diputados nacionales y presencia en todas las CCAA, algo más que una molesta incomodidad, posiblemente un serio obstáculo.
Quizá, sólo quizá, sólo hace falta un chasquido de dedos de quienes tienen el poder económico para conseguir decenas de portadas, entrevistas en prime time y publirreportajes en todos los medios y a todas horas.
Quizá, sólo quizá, sólo hacen falta esas portadas, entrevistas en prime time y publirreportajes, para obtener 9 diputados, igual que sólo hace falta una tupida red clientelar y gritar como una frutera de barriada “yo zoy Andalucía” para conseguir 47.
Quizá, sólo quizá, sólo hace falta repetir el mantra: “Albert Rivera es joven y tienen grandes ideas regeneradoras y Rosa Diez es una vieja ególatra anclada a su poltrona que no deja paso a las nuevas generaciones” para que lo acabe comprando una buen parte de la sociedad y afiliados del propio partido.
Quizá, sólo quizá, a falta de ERE,s, Gúrteles, Bárcenas, financiación por países extranjeros, a falta de al menos un solo caso de corrupción o algún lío de faldas, señalar como punto flaco de UPyD la veteranía y la experiencia de su líder no sea demasiado difícil repitiendo incansablemente y convenciendo a la sociedad de que ese es el verdadero problema.
Quizá, sólo quizá, el interés de un pacto UPyD y Ciudadanos no sea inocente, aunque sí puede haber sido asumido por mucha bienintencionada gente que crea que la suma de 1 litro de vino y 1 litro de agua producen 2 litros de vino, y no dos litros de vino aguado.
 
Saquen sus conclusiones, y permítanme que volvamos a los hechos.

Existe una enorme presión, continua y sostenida en el tiempo desde hace mucho tiempo, para conseguir que UPyD se disuelva en Ciudadanos, o para que lleguen a un pacto preelectoral, o para que concurran juntos buscando lo que “les une”. La pregunta que debemos hacernos es si es posible mantener los principios, la determinación de luchar sin cálculos contra la corrupción, por la reforma sensata del Estado, por la igualdad de los ciudadanos con independencia de la parte de España en la que vivan, y por los derechos sociales, si es posible mantener la autonomía y la independencia de UPyD, tras ese posible pacto.
No seré yo quien diga que muchos de los afiliados y cargos públicos de UPyD que han hecho un trabajo impresionante durante años por el partido si lo creen. Y no seré yo quien diga que han renunciado a sus principios por el hecho de que vean bien esta posibilidad. Ni lo digo ni lo creo.
Sí creo que algunos creen que las ideas se defienden mejor estando que no estando, aunque para estar haya que renunciar a parte de esos principios. Muchos se han apuntado también a la teoría del mal llamado mal menor, del pragmatismo posibilista. Muchos creen que esta guerra está perdida y han decidido tirar la toalla. Muchos con toda su buena voluntad creen que UPyD está muerto si no claudica. Pero nadie puede salir de una alcantarilla sin mancharse, incluso haciéndolo ya no merecería la pena, porque no es posible defender lo que hay que defender, mantener sostenidamente la batalla que hace siete años y medio decidimos emprender dejando el alma por el camino. El fin nunca justifica los medios, en este caso menos que nunca. Si el objetivo de UPyD hubiera sido puramente electoral, ganar elecciones, habríamos construido un partido muy distinto a éste, habríamos hecho cosas diferentes a las que hemos hecho, habríamos tejido también nuestra red clientelar, habríamos entrado en los juegos del poder, nos habríamos cuidado de no pisar ciertos callos, no habríamos intentado meter a Rato en la cárcel...
Sí creo que hay quien cree que es posible ese pacto sin renunciar a los valores y principios de UPyD, algún osado incluso cree que podríamos influir en ellos y corregirlos, hacerles compartir nuestros valores, reeducarlos. Eso es para nota, y hacer gala de una ingenuidad infantil. Nadie puede competir con un trilero jugando al trile y pensar que va a ganar. En ese terreno son maestros los que llevan décadas jugando a la política local, a la rancia política ibérica del cacique, apaños y tejemanejes en los reservados del mejor restaurante del pueblo.
UPyD está genéticamente diseñado para filtrar la corrupción, para evitar caer en malas manos. Eso nos ha hecho crecer lento o no crecer, maltratar, a veces injustamente, a muchos afiliados que querían representar nuestras siglas en sus pueblos y tenían prisa por hacerlo, eso nos ha hecho decir que NO a afiliaciones masivas, a listas completas de cabreados con sus anteriores partidos, a tránsfugas… Eso nos llevó a hacer justo lo contrario que ha hecho Ciudadanos. Quizá nuestra política preventiva ha sido uno de nuestros  errores, es posible, pero si hoy podemos decir 7 años 0 corruptos ha sido gracias a ello, y no tenemos la culpa que para el electorado andaluz y seguro que el español, eso no sea un plus electoral.
Este domingo estuve como apoderado en El Puerto de Santa María visitando en ruta 5 colegios electorales. En cada uno de ellos había 2 o 3 apoderados de Cs, miembros de la base social de Independientes Portuenses, partido que durante 11 años estuvo saqueando el ayuntamiento y acabó con un alcalde entre rejas y varios concejales condenados. ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que los afiliados de UPyD tendrían la posibilidad de ganar algún proceso de primarias ante tamaña red clientelar interna? Hasta los propios afiliados de Cs que han llegado individualmente han catado ya como se gesta la democracia interna cuando tienes 150 militantes que a la voz de ya votan al jefe; y lo que les queda por catar, ahora que los jefes van a tener presupuesto.
No soy conspiranoico, todo lo contrario, pero tampoco creo en las casualidades. Claro que no creo que toda la prensa y periodistas de relumbrón que abogan por el pacto Cs-UPyD estén en el enjuague de Planeta, Prisa, Vocento y sus propietarios, los dueños del dinero. Algunos como Pedro J. están porque no soportan la idea de no influir, de no tener parte del timón de la política española como desde hace décadas ha tenido, y quieren influir en esa tercera vía que desean, que todos deseamos, aunque sea una nueva vía circular que lleva al mismo punto del que partimos con distintos protagonistas y los mismos lamentables métodos y formas. Otros como Arcadi Espada o Santiago González están donde están por antiguas filias y fobias personales, miserias y grandezas del ser humano.

Vamos a hablar de asumir responsabilidades, pues así es como se le llama en el diccionario de lo políticamente correcto del mundo occidental a dimitir cuando se pierden elecciones, y más cuando se pierden de una forma tan estrepitosa. Pero en este caso, con este panorama, ¿cuál sería la verdadera forma de asumir responsabilidades? ¿Huyendo? ¿Dejando el partido en manos de los posibilistas pragmáticos?  ¿Eso sería asumir responsabilidades?
La responsabilidad es hacer lo necesario por mantener el rumbo y el barco a flote. Personalmente me encantaría que hubiera una persona joven y capaz que pudiera hacerlo mejor que Rosa Díez. Alguien con la determinación de dar la batalla que hay que dar con el nivel de exigencia que hay que darla. Estoy seguro que más pronto que tarde esa persona surgirá, pero a día de hoy no la conozco. Rosa sí lo puede hacer, ha dado ejemplo muchas veces y lo seguirá dando.
Asumir responsabilidades era decir NO al chantaje del terror, y defender la libertad y la democracia donde había que hacerlo y cuando había que hacerlo, sabiendo que ponía en riesgo su vida. Asumir responsabilidades era decir NO a un apacible retiro dorado y muy bien pagado en el parlamento europeo en la acogedora casa socialista y salir al frío exterior a jugársela para seguir defendiendo sus principios: la igualdad de todos los ciudadanos y la democracia. Asumir responsabilidades ahora es decir NO a quienes la aconsejan echarse a un lado o le piden que entregue las llaves al telegénico Albert, quedándose como venerable madre política a cama y sueldo de la nueva España diseñada por los señores del IBEX, y en vez de eso gestionar la enésima crisis de un partido pequeño, que quizá se convierta en más pequeño, en el que posiblemente se producirá una sangría de militantes desencantados, que quizá durante un tiempo llegue a ese estado de irrelevancia mediática pronosticado por el gran estadista Enrique Calvet. Digo irrelevancia mediática porque irrelevancia política desde luego no es un término adecuado para quien ha marcado la agenda política española, sabiendo anticiparse a los acontecimientos. Y por cierto, irrelevancia mediática ya la hemos sufrido aun habiendo sido la cuarta fuerza política en las anteriores elecciones. ¿Y si resulta que los cupones de la rifa de la relevancia o irrelevancia mediática se reparten en la Torre Agbar, en Torre Picasso o en el paseo de Pereda de Santander?
Asumir responsabilidades también es mantener vivo el proyecto político que justificó el nacimiento de UPyD y no prostituirlo, mantenerlo vivo y preparado para estar ahí cuando el pueblo español sufra su próxima decepción (es lo que tiene votar por aproximación). La madera de la que están hechas las balsas de Podemos y Ciudadanos no es buena para la travesía que se proponen, harán agua, y euros, más pronto que tarde y ahí estaremos para seguir insistiendo a la ciudadanía que las soluciones de UPyD son las soluciones adecuadas. Si en 2007 fuimos capaces de nacer y en 2008 de abrir una pequeña grieta en el muro bipartidista, la situación hoy, pese a las deserciones, pese a la sangría de desencantados, afiliados y diputados con prisas, o eurodiputados felones es infinitamente mejor. Quisiéramos que fuera mejor aún, pero es la que es y a ella tenemos que adaptarnos los que queramos seguir defendiendo aquello que nos trajo aquí.
Lo que no es asumir responsabilidades es atender al sólido argumento político: “Albert es joven y a la gente le gusta, Rosa es vieja y a la gente no le gusta”. Ante tamaño ejercicio intelectual, por cierto, que es ese mismo ejercicio que produce Susanas, Bonillas, Garzones, o Pdr Snchzs, poco podemos hacer salvo recordar que se trata de gestionar un país, no de ganar Gran Hermano.
Pensándolo bien Rosa no tiene motivos para quejarse, a fin de cuentas solo es víctima de una campaña que la ha vendido como vieja, ególatra y autoritaria, campaña que les está funcionando aunque no tenga nada que ver con la realidad. Los que se empeñan en difíciles objetivos como ella, en Rusia acaban enfermos por masticar polonio, en Venezuela en la cárcel acusados de golpistas y en argentina suicidados en sus habitaciones. Definitivamente, no debe quejarse…

Permítanme que para acabar les haga una confesión: Esto de la política es muy cansado.
Nos llevamos sinsabores como el de este pasado domingo, tenemos que soportar la incomprensión de propios y extraños, las permanentes presiones, los dimes y diretes, los ataques gratuitos, la despiadada exigencia de resultados que se escapan a lo que está en nuestras manos…
Si alguien piensa que es que no tenemos mejor cosa que hacer está muy equivocado. Lo que tenemos es un sentido de la responsabilidad social que nos obliga a estar aquí. Y créanme, ojalá no fuera necesario. Ojalá pudiéramos disolver UPyD mañana mismo.
En la partida de nacimiento de UPyD, su manifiesto fundacional, ya incluimos su acta de defunción, sin poner la fecha, porque ni la sabíamos ni la sabemos, pero la incluíamos ¿cómo?. Pues incluyendo un compromiso que no verán escrito a ningún otro partido. Exactamente dice: “UPyD sólo aspira a existir mientras sea necesario para resolver los problemas que nos preocupan”. Así es, y eso es así porque somos un partido instrumental, nacido para mejorar la vida de las personas, para regenerar la política y lograr unos objetivos políticos, no para perpetuarse, no para ser un fin en sí mismo, no para convertirse en una agencia de colocación, no para ganar elecciones como sea.
¿Le podemos poner fecha a nuestra acta de defunción? ¿Ustedes creen? Les juro que personalmente estaría encantado.
Me encantaría que PP o PSOE, que tienen fuerza, enorme estructura, decenas de miles de afiliados, decidieran hacer por nosotros lo que hay que hacer. Me encantaría que nos hicieran innecesarios, que decidieran dignificar la política, revisar la arquitectura territorial, el marco competencial para hacer de España un país viable y de Andalucía una región de éxito, me encantaría que despolitizaran la justicia, que fueran transparentes, que tomaran las medidas legislativas para erradicar de una vez por todas la corrupción en vez de ampararla. ¡Claro que me encantaría que nos hicieran innecesarios! Así nos liquidarían mañana mismo.
Me encantaría que Podemos planteara soluciones sensatas, desde el conocimiento y el rigor, y no desde el populismo y las ideologías trasnochadas, que solo han traído miseria y dolor a la Humanidad donde quiera que se han probado. Me gustaría que Ciudadanos tuviera principios, que no ampararan la corrupción moral, o el transfuguismo, que no pensaran que los inmigrantes sin papeles no tienen derecho a la sanidad, o que los habitantes de ciertos territorios deben tener una fiscalidad distinta al resto, me gustaría que creyeran que la educación o la sanidad deben ser recuperadas por el Estado como políticas básicas que han de garantizarse por aquel que proclama el derecho y debe velar por él en toda España. Me gustaría que supieran, como nosotros sabemos, que el fin nunca justifica los medios… ¡Claro que me gustaría que no hiciéramos falta, que pudiéramos retirarnos y dejar a otros hacer todo eso que hay que hacer!
¿Pero se acostarían ustedes tranquilos sabiendo que han dejado el grifo abierto o el fuego de la cocina encendido? ¿Se acostarían ustedes tranquilos dejando a sus hijos con un chimpancé borracho y una pistola? ¿A que no?
Pues eso nos pasa a algunos, y nos debería pasar a todas las mujeres y hombres de UPyD, que no nos podemos acostar tranquilos viendo a España hecha unos zorros y sin nadie dispuesto a tomar las medidas que hay que tomar. La conciencia es una pesada carga que algunos no tienen que llevar, pueden andar por la vida libre de ese lastre, pero otros si la tenemos, y los que la tenemos, cuando nos levantamos por la mañana y nos miramos al espejo necesitamos saber que estamos haciendo lo correcto. No nos podemos perdonar la desidia, el pasar, el “ya se arreglara”, el “qué más da”.
Y es que no sé si han reparado, pero miren ustedes ahí fuera, echen un vistazo, España está llena de niños. Sí de niños que merecen un futuro, que merecen un futuro en un país normal. En un país en el que el paro esté en el 5%, igual que el fracaso escolar, igual que el crecimiento, igual que la inversión en I+D, en el 5%. Un país en el que los inmorales no nos gobiernen, en el que los delincuentes acaben en la cárcel y los mentirosos ni sean presidentes del gobierno ni de una comunidad de vecinos, un país que proteja a las personas de bien y no a los corruptos, un país que ofrezca oportunidades de una vida normal a la gente normal.
¡Pues claro que no podemos dejar de existir, ni podemos disolvernos en otra cosa y renunciar a lo que hemos venido a hacer! ¡Pues claro que vamos a seguir dando guerra, toda la guerra del mundo hasta conseguir estos objetivos!
Está por ver si seremos los 10.000 de ahora, 5.000 o 2.000, pero los que seamos debemos tener clara la guerra en la que estamos, las dificultades del empeño y tener una resistencia al desaliento que más quisieran los del Betis o el Atlético de Madrid. ¿Nos vamos a echar a llorar? En este pequeño partido hay miles de hombres y mujeres que no saben echarse a llorar, que han decido pasar a la acción, cambiar la barra del bar, el sofá de casa, la barbacoa del domingo por trabajo en positivo, por el debate sano, por la reflexión política, por las propuestas en los parlamentos que contribuyan a mejorar la vida de las personas, o al menos a retratar en su ignominia a quienes no hacen otra cosa que pensar en sí mismos o sus partidos, en sus chiringuitos y pequeñeces.

Una última confesión; los políticos que usan su poder político para hacer negocios me repugnan, pero los hombres de negocio que usan su poder económico para hacer política me aterran.