martes, 9 de febrero de 2010

LOS UNOS Y LOS OTROS

Hace unos días el PSOE de Andalucía ha anunciado la constitución de cuatro grupos de reflexión para activar el proyecto Andalucia Sostenible, en los que trabajarán más de cien personas lideradas por personalidades del mundo académico y para el que la Junta ha reservado 50 millones de euros en el Presupuesto de 2010.

Se ha dicho en numerosas ocasiones que la maquinaria de comunicación del PSOE es muy eficaz y uno de sus puntos fuertes y diferenciadores con respecto a sus adversarios políticos, pero en la situación actual eso es quedarnos cortos. No es que el marketing del PSOE sea potente, es que el PSOE no es otra cosa sino marketing. Detrás del escaparate no hay absolutamente nada. Es una gran fábrica de vacíos, de vacuos artificios insustanciales, pero con una enorme red de miles de comerciales que lo venden a lo largo y ancho de Andalucía. Y es que en estos tiempos de éxito de las redes sociales en internet, tenemos que reconocer que el partido socialista andaluz hace tres décadas que inventó el agro-facebook, ¿o es que acaso las centenares de “casas del pueblo” repartidas por toda nuestra geografía tienen otra función? En vez de ratón y pantalla, barras de bar y tertulia, pero el hecho es que han significado centros de vida social en numerosas localidades especialmente rurales, y han contribuido a sostener la ilusión de que la hipertrófica red de agraciados por el régimen beneficia a todo el pueblo, aunque nada esté más lejos de la realidad.

Cuando por necesidad de mantener un puesto de trabajo, conseguir una subvención, un convenio de colaboración o un contrato, personas y empresas se rinden al régimen, cuando porque ya se es del partido, como se puede ser de la hermandad, de la peña o el equipo de fútbol, cuando se deja de ser ciudadano reflexivo y se pasa a ser miembro o “miembra” del clan, cuando se sigue alimentando la sociedad del fracaso escolar y desapego a la lectura, se puede gobernar Andalucía durante 30, 40 ó 60 años, como el PRI mejicano.

Todo esto explica que el PSOE se encuentre en una burbuja de irrealidad, y se sienta animado a seguir poniendo en práctica la política del PowerPoint, a la que alude Ignacio Camacho en un certero artículo, que siga en la propaganda, en el pregón y la fanfarria que tan buenos resultados le ha dado hasta ahora. Si no fuera porque las cosas están dramáticamente mal, porque la hemorragia económica y social de Andalucía no parece tener fin, la convocatoria de grupos de expertos universitarios para reflexionar en torno a la Andalucía Sostenible resultaría una broma simpática aunque nos costara 50 millones.

Pero no debemos preocuparnos porque estamos salvados, el Partido Popular andaluz casi a la vez ha constituido un grupo de trabajo formado por responsables del partido en materia de urbanismo y por expertos de fuera para abordar con "rigor, decisión y valentía" la reforma de la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía (LOUA), con el objetivo de crear “un nuevo orden urbanístico que en vez de un castigo sea un incentivo, que se base en la confianza en los ayuntamientos”. Entre las propuestas del PP andaluz se encuentra la regulación de suelos no urbanizables, la revisión de nuevos territorios susceptibles de generar recursos, la adaptación y simplificación de los planes de ordenación urbana en función de cada municipio, la aprobación de los PGOU por parte de los ayuntamientos y no de la Junta…, en fin una serie de barbaridades propias de un partido tan falto de ideas que asusta. Dar más libertad a los ayuntamientos en materia urbanística es como pretender apagar un fuego con gasolina, es renunciar a la racionalidad en la ordenación del territorio, es reconocer que ante la incapacidad de gestionar ágil y eficazmente las necesidades de crecimiento de nuestros pueblos y ciudades, la única alternativa es renunciar a poner orden. Será fácil cumplir la ley si no hay ley que cumplir.

Es cierto que la LOUA fijaba que todos los municipios andaluces tuvieran elaborados sus Planes Generales de Ordenación Urbanística antes de 2007 y sólo 84 los tienen aprobados, es cierto que el periodo medio de aprobación de un Plan General se sitúa en los 7 años, lo que no deja de ser inaceptable, y es cierto que los técnicos urbanistas de la Junta se han visto en demasiadas ocasiones presos de las directrices políticas, atados de pies y manos para actuar con profesionalidad, y obligados al sectarismo y la arbitrariedad a la que alude el PP, pero pretender solucionar este problema dando más libertad a los ayuntamientos, esos controlados por una clase política, socialista o popular, que si algo ha demostrado hasta la fecha es no ser merecedora de la confianza de los ciudadanos, al menos si no ponemos a un fiscal anticorrupción detrás de cada uno de ellos, es una autentica insensatez. El desapego y la distancia son elementos básicos para la toma de decisiones en materia de ordenación territorial. El reciente afer del alcalde de Carratraca, incapaz de hacer cumplir la Ley a sus vecinos, aunque en este caso desde la honestidad de la dimisión, y sin echar mano a los habituales subterfugios, es un ejemplo extremo de esta realidad.

En definitiva, estas tribulaciones del PP son propias de un partido que por toda iniciativa tiene la de emular la estrategia propagandística del adversario.

Y en estas estamos en estos aciagos días, entre los unos y los otros, viendo impávidos como los que tienen la responsabilidad de gobierno o de ser oposición, los que tienen los recursos económicos y los medios de comunicación a su disposición para amplificar sus mensajes, andan como pollos sin cabeza, mientras en Unión, Progreso y Democracia un grupo cada vez más numeroso de ciudadanos hastiados, con escasos recursos, pero con la fortaleza y la confianza que aporta la honestidad y la seguridad de sabernos necesarios, ha decidido intervenir, tomar partido y trabajar para contribuir a sacar a Andalucía de este pozo en el que sigue tras 35 años de democracia.