miércoles, 12 de diciembre de 2012

ANDALUCÍA Y EL NACIONALISMO

Sólo los más viejos han conocido situaciones en Andalucía peores que las que estamos viviendo en este 2012.

Los andaluces tenemos muchas razones para estar preocupados, seriamente preocupados. La tasa de paro en el tercer trimestre ha llegado al 35,42%, lo que supone casi un millón y medio de desempleados (exactamente 1.424.200). Esta es la mayor tasa de paro de la historia de Andalucía, superando en más de un punto el record histórico de 1994. Los datos más dramáticos, lejos de atenuarse, se agudizan. Ya superan las 750.000 (757.600) las personas que llevan más de un año buscando trabajo y son 456.600, muchos más que la media española, los hogares con todos sus miembros en paro.

En cuanto al tejido empresarial, operan en Andalucía (58,4) unas diez empresas menos por cada mil habitantes que por término medio en el conjunto del país (68,9), muy lejos niveles de Cataluña (79,8), Islas Baleares (78,6), Comunidad de Madrid (77,3) o País Vasco (75,8).

Es innegable que existen innumerables razones para estar indignados. Sólo tenemos que salir a la calle para tropezarnos con centenares de ellas en cada esquina, en cada barrio, en cada centro asistencial….

Pese a ello los andaluces no hemos recurrido a buscar a culpables externos de lo que nos pasa. Al pueblo andaluz se le puede acusar de muchas cosas, entre otras y posiblemente la más grave, de haber mantenido durante 30 años en el poder al mismo partido y con él a su régimen, su orden de cosas y su sistema de sedación controlada de la sociedad civil y la actividad económica, pero no se le puede acusar de incoherencia, deslealtad o estrechez de miras.

Los andaluces llevamos milenios siendo invadidos pero nunca conquistados, pues siempre hemos acabado conquistando a nuestro invasores y haciéndolos parte de nosotros, sólo hay que darse una vuelta por la Costa del Sol, por el Albaicín, por el poniente almeriense, para comprobar lo que significa integración.

Los andaluces hemos vivido en nuestra historia reciente episodios que nos podrían haber llevado a un nacionalismo reaccionario y desleal, algo que nunca ha ocurrido porque en esta tierra estamos vacunados contra esa enfermedad desde la época tartésica.

Uno de estos acontecimientos fue la implantación de la Ford Motor Company en la ciudad de Cádiz, entre 1919 y 1923. En aquella ocasión, la decisión de implantar una fábrica Ford en la capital gaditana dependió de un directivo americano, quien prefirió realizar la inversión en Cádiz en lugar de en Barcelona porque aquí «hay abundante mano de obra y la ciudad está libre de problemas laborales», según reza en un texto de los archivos de la firma, investigado por Manuel Martínez. En aquellos tiempos Ford estaba interesada en implantarse en un importante puerto español por su situación geoestratégica, para suministrar la zona sur de Europa y norte de África. El 26 de marzo de 1920 nació la Ford Motor Company, Sociedad Anónima Española, con un capital de medio millón de pesetas. Durante los tres años que la firma americana ensambló en Cádiz las piezas de sus coches, la relación entre la multinacional y los 300 gaditanos empleados fue perfecta. El 5 de abril de 1920 salió el primer coche Ford montado por los gaditanos y en el primer ejercicio se alcanzó una media de producción de unos 30 vehículos al día. El personal de la fábrica cobraba entre 12 y 24 pesetas y, como novedad en la época, podía invertir hasta un tercio de su salario en acciones de la empresa. El final de la historia la precipitó el Ministerio de Hacienda español (si espanyol, perquè Espanya ens roba també a nosaltres), según narra Martínez en su libro, que no quiso respetar el acuerdo que beneficiaba a la firma norteamericana con exenciones de impuestos propias de una Zona Franca (entonces, Depósito Franco). Los desencuentros con la administración pública española y una mejor oferta de Barcelona, donde todo fueron facilidades, terminó con la marcha de Ford a la Ciudad Condal.



El caso de Málaga fue mucho más sangrante. Como explica Juan Antonio Lacomba, en 1831 se construyeron en Málaga los primeros altos hornos así como instalaciones de afinado que llegaron a dar trabajo a 2.500 personas y que constaban en 1848 de tres altos hornos, veinticuatro hornos de afino, varios hornos para recalentado y tratamiento de hierro, cobre y otros metales, talleres de laminado, construcción de máquinas, etc. En su mismo recinto surgió una importante industria química que fabricaba ácido sulfúrico. Junto a la actividad siderúrgica, el textil se convirtió en el otro gran pilar del desarrollo económico, con la “Industria Malagueña S.A.” dedicada a la fabricación de hilados y tejidos de algodón, lino y cáñamo seguida, diez años después, de una segunda fábrica algodonera “La Aurora”, como buques insignia. Junto a ellos otras factorías completaron el panorama industrial: la litografía, los curtidos, las pinturas, la sombrerería y toda una serie de industrias alimentarias entre las que las azucareras, los vinos y los licores ocupaban un lugar preferente. En esos años la provincia de Málaga ocupaba en concepto de contribución industrial el segundo puesto en el conjunto de la economía española, por detrás de Barcelona, y se situaba a la cabeza o en posiciones muy destacadas, en sectores de tanta relevancia como la química, la siderometalúrgica y construcciones mecánicas. Posteriormente, ya en el primer tercio del siglo XX, se convirtió en un gran centro de refino, envasado y exportación de aceite de oliva, arrastrando con ello al sector de la fabricación de envases. De igual modo, la metalurgia y las construcciones mecánicas se encontraban en plena actividad. Además de múltiples talleres se crearon importantes empresas como: "La Unión", la "Vers" y la Sociedad Minero-Metalúrgica "Los Guindos", dedicada a la fabricación de plomo. La actividad química se convirtió en el pilar básico de la estructura industrial malagueña de estos años, de la mano de los abonos minerales, y más específicamente de los superfosfatos, se creó una nueva industria química moderna: Unión Española de Explosivos, CROS y San Carlos, que aportaron en estos años una de las partidas más importantes de la balanza comercial malagueña.


No sería justo echar toda la culpa de la paulatina y absoluta desindustrialización que a lo largo del siglo XX sufrió la provincia malagueña a la dictadura de Franco, al centralismo madrileño, a la economía programada que decidió que al textil se debía dedicar Barcelona y a la siderurgia el País Vasco, y que los malagueños mejor se ocupaban del turismo, de servir copas y hacer camas porque tenían más gracejo. No sería justo porque seguro que los malagueños también tuvieron parte de culpa de lo que pasó y porque el turismo ha llegado a ser afortunadamente el pulmón económico no de Málaga sino de toda España, pero debemos coincidir en que si esta tierra no hubiera estado vacunada de la enfermedad del nacionalismo sí habría sido esa la única explicación, el único culpable “exterior”.

Como éstos hay centenares de ejemplos que jalonan la historia y el territorio andaluz, y que en conjunto pueden explicar parte de la situación actual, pero que jamás los andaluces hemos utilizado como coartada para buscar afuera las causas de nuestras propias miserias.

Y no lo hemos hecho porque sería injusto, desleal, de muy cortas miras y sobre todo falso. El sentimiento nacional andaluz es lo que es, un sentimiento, y como tal se expresa en la cultura o en el arte, y no se lleva al terreno de la organización política. Y eso ocurre porque este pueblo sabe que para hacerlo tendría que violar la racionalidad, que en un sentimiento nunca va a encontrar una solución a sus problemas, porque sabe que juntos somos más fuertes y que lo que toca ahora es construir Europa. Y que ningún malnacido piense que a ello obedece un sentido parasitario de la vida, que no recuerde ni el manido PER ni a las gallinas y sus pitas pitas, porque aunque los mecanismos de control deben ser rediseñados y los criterios replanteados, alguien puede tener la tentación de recordar que la minería del carbón o el sector del automóvil llevan acumulando durante décadas subvenciones públicas que superan con creces las recibidas por el mundo rural andaluz o extremeño.

Porque digan lo que digan los profetas mesiánicos, la realidad es que en Andalucía en estos momentos hay 2.597.000 personas trabajando, pagando impuestos y cotizando a la Seguridad Social y en Cataluña 840.400 personas paradas, a las que el Estado garantiza sus necesidades básicas, subsidia y ayuda, y a ningún cretino se le ocurre decir que esos 2.597.000 andaluces mantienen a esos 840.400 catalanes, porque no es cierto, igual que tampoco mantienen a los parados andaluces, murcianos o gallegos, porque todos, uno a uno, contribuimos a ese fondo común de contingencia que son la Hacienda Pública o la Seguridad Social españolas y todos lo hacemos de igual forma en la medida en que sólo de forma individual somos sujetos de derecho, contribuyentes, administrados, ciudadanos libres e iguales (perdón, todos no, los españoles que habitan en el País Vasco y Navarra por no se sabe bien qué leches de privilegios ancestrales anacrónicos que ni PP ni PSOE quieren revisar, se salen de la cuenta común).

En 1986 cuando se formalizó la entrada española en la UE, los criterios que aplicaron al conjunto nacional y que han permitido a España beneficiarse de los fondos comunitarios de desarrollo regional, fueron los que fueron porque se tomó la media nacional, media de la que se escapaba Cataluña por arriba, por lo que de haber sido independiente en 1986 no habría recibido una sola pela, de las que también han regado los campos, las comarcas o las veguerías catalanas durante estos años.

Y así las cosas, como esa familia pobre y numerosa preconstitucional que con el esfuerzo de todos consiguió pagar los estudios del hermano mayor a expensas de que el resto se quedara en casa ayudando a la economía familiar, tenemos que presenciar ahora como el hermano médico funcionario del Estado y con consulta privada, pretende olvidar sus orígenes, ignorar que lo que consiguió lo fue por el sacrificio de todos y apartarse del resto haciendo como que no nos conoce.

Sea por convencimiento propio o por que haga las cuentas mejor y compruebe que no le interesa renunciar a la hacienda familiar, a la finca del pueblo y a cualquier otra cosa que pudiera heredar, evidentemente esto no puede ser, ni va a ser, pero para asegurarnos de ello, en esta tierra cuna de Averroes o de Trajano tendremos que patentar nuestras vacunas contra el nacionalismo y empezar a producirlas en serie, distribuirlas por toda España, y de camino mandar un buen cargamento, lo paguen o no, a la Alemania nacional-liberal de la señora Merkel.

jueves, 23 de agosto de 2012

CREDO

A mis 41 años me queda mucho por aprender. Posiblemente sólo sé ahora menos de la mitad de lo que sabré cuando la estadística anuncia que deberé dejar este mundo, pero es un hecho que creo saber algunas cosas más que las que sabía hace 20 años, y no me parece mal exponerlas.


1. Creo que el fin nunca justifica los medios.

2. Creo que la libertad es el valor más importante del ser humano. El hambre con libertad nos hace hombres hambrientos que luchan por su subsistencia, las necesidades cubiertas sin libertad nos hace seres infelices despojados de humanidad.

3. Creo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es lo más importante que la Humanidad ha sido capaz de prometerse a sí misma. Es insuficiente, pero por algo había que empezar.

4. Creo que el motor de la economía debe ser la iniciativa privada. Cuando la Administración Pública se pone a hacerlo lo hace mal, muy mal. Nada justifica que lo haga.

5. Creo que la economía de mercado requiere de regulación y control. La seguridad jurídica y una Administración Pública que la module son imprescindibles.

6. Creo que el crecimiento infinito en un planeta finito no es posible pero que encontraremos una forma razonablemente aceptable de digerirlo.

7. Creo que ser obrero, sentirse parte del proletariado, es un estado mental, los que no lo padecemos somos empresarios de nuestro tiempo aunque trabajemos como asalariados.

8. Creo que la salud, la educación, la seguridad, la justicia, la protección del medio ambiente son derechos básicos y deben estar garantizados por la Administración para todas las personas, cualesquiera que fueran sus circunstancias.

9. Creo que el Estado debe garantizar que los hijos de los vagos, torpes, malos, tengan las mismas oportunidades educativas que el resto.

10. Creo que las ideologías sirven para camuflar la pereza mental de tamizar la información que nos llega y lo que realmente pensamos. Es cómodo estabularse.

11. Creo que razonar es un don humano que nos debería avergonzar no usar.

12. Creo que la democracia es el menos malo de todos los sistemas políticos, pero que todo lo que hagamos para mejorarla hay que hacerlo sin demora.

13. Creo que la democracia para una sociedad sin cultura y educación puede ser una herramienta muy peligrosa, pero no conozco otra mejor.

14. Creo que casi todos los problemas humanos se puede solucionar con diálogo y voluntad y casi ninguno si falta una de las dos cosas.

15. Creo que los partidos políticos deben ser sólo instrumentos de la democracia, si se convierten en fines en sí mismos, ésta se corrompe.

16. Creo que el nacionalismo no es una ideología, es sentimiento, llevarlo a la política es mezquino.

17. Creo que la culminación de la construcción política europea no es una opción sino la única posibilidad de desarrollo futuro para todo el continente. El tiempo de los Estados Nación está empezando a acabarse.

18. Creo que hay cosas que no son relativas o circunstanciales. Los principios morales básicos no son negociables.

19. Creo que el humanismo, la ilustración, la civilización, la cultura, nos hace libres y nos dignifican.

20. Creo que la pena de muerte es propia de sociedades muy enfermas.

21. Creo que la justicia a tiempo es el antídoto contra el odio, el rencor, el revanchismo y la venganza.

22. Creo que la justicia tardía es mejor que la injusticia o el olvido.

23. Creo que la fe y la religión son opciones personales que deben practicarse en libertad en el seno de las familias y es muy peligroso que contaminen al Estado. El laicismo es la única defensa de unas religiones ante otras.

24. Creo que si alguien aprovecha cualquier oportunidad para recordarte que te hizo un favor, no te lo hizo, te lo vendió.

25. Creo que nunca hay que decir nada a nadie de nadie que no estés dispuesto a repetir si lo tuvieras delante.

domingo, 3 de junio de 2012

DOS PACTOS

Recientemente se han producido dos pactos, uno de legislatura y otro de gobierno, uno en Asturias y otro en Andalucía, en ambos una de las partes es la forma mutante del PSOE regional (FSA-PSOE y PSOE-A), y la otra parte en Asturias es UPyD y en Andalucía IULV/CA.

Hay diferencias notorias entre ambos.

El pacto PSOE-Andalucía - IULV/CA tiene título, se llama “Acuerdo por Andalucía”, tiene portada, tiene índice, subtítulos en color verde, un buen interlineado y 75 páginas, 75 páginas entre las que no hay una sola idea nueva, ningún espíritu reformista, ningún intento de transformar la sociedad. Se trata de un documento cargado de buenas palabras, intenciones y territorios comunes, entre los que aflora inevitablemente la carga ideológica, aunque más su cáscara que su yema: la banca pública, las políticas activas de desempleo que alegrarán las pajarillas del bisindicalismo oficial, la igualdad de género del lobby de las miembras que tiene a un hombre justo como el juez Serrano inhabilitado y a miles de padres clamando por ver a sus hijos…

Un despliegue de más de lo mismo. Un esfuerzo por mantener una sociedad en los términos que la han traído hasta aquí. Una arquitectura conservadora, porque se basa en conservar el orden de cosas establecido, ese que permite el mantenimiento del atraso social secular y unos mismos políticos gobernando también secularmente. La economía y el empleo encabezan el acuerdo como no podía ser de otra forma, pero sólo en forma de palabras, palabras, palabras… La palabra “público” 69 veces, la palabra “igualdad” 36… La palabra “regenerar”, ninguna, la palabra “fusión” ninguna, la palabra “diputación” ninguna, la palabra “duplicidades” ninguna, el acrónimo “ERE” o la palabra “reptiles” ninguna, la palabra “eliminar”, dos veces, una para referirse al fraude fiscal y otra a la burocratización del trabajo del profesorado.

El acuerdo dedica 18 párrafos al título “Avanzar en Democracia. Transparencia, Participación Ciudadana y Ética en el ejercicio de lo público”. Se trata de medidas ambiguas, que firmarían el PSOE, el PP o cualquiera, porque no les compromete a nada. Se plantean grandilocuentes leyes, como la de Participación Ciudadana o la de Transparencia, grandes gestos como la Carta de Derechos de la Ciudadanía…, todos ellos carne de campaña publicitaria institucional, carne de bombo y de platillo, carne de vacío, de nada. El escepticismo no es una opción, es casi una obligación.

Resulta obvio que su redacción fue encargada a algún prohombre o alguna promujer de la mercadotecnia socialista y que pasaron el borrador a IU (éste no se filtró), para que introdujera alguna de sus obsesiones, siempre que fueran admisibles para el hermano mayor. Así brotó ese chiste de la “creación de una entidad financiera pública, social y ética”, aunque también, hay que reconocerlo, un tímido destello de coherencia con su historia, cuando se refiere a la creación de un grupo de trabajo para estudiar la reforma de la ley electoral andaluza.

Se firmó el 18 de abril, un mes antes que el asturiano, porque también resulta obvio que en su redacción hubo poco que negociar. Estaba lista mucho antes de que se cerrara el verdadero acuerdo, el del reparto, ese que sí hubo que negociar y que al final ha derivado en tres consejerías y la vicepresidencia de conocimiento público, y ni se sabe cuántos otros carguitos de conocimiento más restringido, aunque es de esperar que hayan sido más discretos que lo fue Madrazo con el PNV, aunque tampoco es  necesario porque en el PSOE andaluz no hay ningún Aguirre (http://www.youtube.com/watch?v=MlsyXP0OatQ).

El pacto de legislatura entre FSA-PSOE y UPyD se firmó un mes después porque hubo mucho que negociar, tiene sólo 15 páginas, no tiene portada, ni índice, ni letras de colores, los publicistas no lo han visto ni de lejos. Sólo hay contenidos, desde luego no todos los que UPyD hubiera querido, pero es lo que tiene llegar a acuerdos.

Este documento no empieza hablando de economía y empleo, sino de modelo territorial, y continua haciéndolo, en 31 párrafos, de Calidad y Regeneración Democrática. Este documento habla de fusión de municipios, de reforma de la ley electoral, de ciudadanía. En este documento aparece varias veces el verbo “eliminar”, la palabra “regeneración”, la palabra “duplicidades”. Porque en este acuerdo UPyD ha forzado a la FSA a acometer la transformación de las cosas, a revisar el modelo, a propiciar reformas de calado, a no conformarse con lo que se ha sido y se es.

En este texto se habla de transparencia para referirse a compromisos concretos como el de “transparencia en el nombramiento, cese y retribuciones del personal de confianza de los cargos políticos” y cuando se refiere a la aprobación de una Ley de Transparencia, se precisa lo necesario para que no se quede en un gesto “La aprobación de una Ley Autonómica de Transparencia y Acceso a la Información Pública que establezca como principio general el que toda la información registrada de cualquier forma, elaborada o recibida y en posesión de las autoridades, es pública, pudiendo únicamente limitarse el acceso a los mismos para proteger otros derechos e intereses legítimos legalmente tasados que puedan claramente prevalecer sobre el derecho fundamental a la información”.

En este acuerdo se trata de la corrupción, y se menciona el caso Marea explícitamente: “Por eso ambas fuerzas políticas se comprometen a apoyar la creación de una Comisión de Investigación en el seno de la Junta General del Principado en relación con el “Caso Marea”, que evalúe cómo han venido desarrollándose los procesos de contratación en el ámbito de las Administraciones Públicas del Principado de Asturias, determine la posible existencia de responsabilidades y proponga, en su caso, las modificaciones legislativas correspondientes para garantizar, en el ámbito de la contratación de las Administraciones Públicas, la libre concurrencia, la eficiencia, el control, la procedencia y la transparencia en todos los procesos”.

Este documento trata el empleo y la economía, como no podía ser de otra forma, pero lo hace sin brindis al sol, desde la sensatez, el conocimiento y sobre todo, y lo que es más importante, desde el respeto a los ciudadanos, a los que no trata como menores, a los que no pretende engañar, ante los que no caben disimulos.

Estas 15 páginas del acuerdo asturiano son todo lo que hay, no sirven para enmascarar ninguna otra cosa, no hay nada oculto entre bambalinas, no ha habido ninguna otra cosa que negociar, no ha habido, ni hay, ni habrá, nadie a quien colocar. Este acuerdo es la declaración de intenciones de un partido pequeño que entiende que comprometerse a permitir la gobernabilidad de una Comunidad Autónoma no es ofrecer cheques en blanco y el límite a que ha sido capaz de llegar un partido grande e histórico que ha visto por primera vez en su historia que para seguir estando en el gobierno deberá empezar a estar a la altura de las circunstancias, de lo que se espera de los representantes políticos de los ciudadanos.

En Asturias a UPyD ahora le toca vigilancia, control y proactividad en la regeneración democrática.

En cambio a UPyD en Andalucía le toca vigilancia, control y proactividad en la regeneración democrática.

Sí, lo mismo, porque desde dentro o desde fuera del Parlamento, las cosas que hay que hacer son las cosas que hay que hacer, y si no existiera UPyD seguirían siendo las cosas que hay que hacer y alguien debería hacerlas.


miércoles, 9 de mayo de 2012

DEMOCRACIA INTERNA

Muchos sabrán, no sólo los afiliados de UPyD en Andalucía, sino los ciudadanos más o menos interesados por la política y este partido, que en estos días andamos de proceso electoral interno en Andalucía: tenemos que elegir al Consejo Territorial, órgano que deberá asumir la dirección del partido en Andalucía hasta la celebración del Congreso Nacional el próximo año. Y lo sabrán porque al margen de los mecanismos reglamentarios internos establecidos para la campaña, muchos afiliados, miembros de las candidaturas o no, se han lanzado a las redes sociales a explicar por qué consideran mejor una candidatura u otra.

Algún tuitero me ha preguntado sorprendido por qué hacemos campaña electoral interna en las redes sociales y si eso no nos puede perjudicar. La verdad es que la pregunta tiene su miga, y no voy a eludir una realidad: tanto en Facebook, como en Twitter, el fragor de la dialéctica y el debate puede hacernos a todos incurrir en expresiones que jamás haríamos a un compañero teniéndolo delante, y el riesgo de perder las formas, incendiar mechas y abrir heridas existe.

La pregunta tiene una respuesta fácil: ese riesgo merece la pena. Merece la pena porque la democracia interna no es una lucecita montada para escena sino genética. Cuando este partido se dotó de mecanismos democráticos reales (todos los afiliados votan, sin delegados ni representantes), para la elección de todos sus órganos, o la de sus candidatos (todos los procesos implican la elección mediante primarias de los mismos), sabía que asumía un riesgo: el de generar heridas, el de confrontar compañeros, el de exponer públicamente nuestras pequeñas miserias… Claro que es un riesgo, pero un riesgo que merece la pena.

UPyD es revolucionario, algunos dicen que incluso jacobino, en cuanto a su posición política, porque el sentido común es tan raro que tenerlo empieza a ser revolucionario, porque no tener complejos, ni lastres o creer en la democracia es tan escaso que empieza a ser revolucionario.

Pero también UPyD es revolucionario en su funcionamiento interno: ni somos la empresa del PP, cuyos accionistas están encantados con las designaciones digitales siempre que haya reparto de beneficios; y ahora con la ampliación de mercado que han logrado el reparto ha sido muy satisfactorio, sobre todo considerando que todos los recortes los estamos soportando los ciudadanos, porque lo que es cargos políticos ya ha demostrado no estar el PP dispuesto a reducir el superávit de 300.000 sobre Alemania con el doble de población (la empresa que va bien es el PP, otra cosa es la empresa España); ni somos el PSOE, con su democracia aparente de PowerPoint y marketing, y su realidad de llamadas telefónicas, comidas de compromiso y encuentros casuales con compañeros “militantes”, momentos en los que se teje esa red clientelar que luego exportan a las instituciones.

En UPyD confrontamos propuestas y modos de ver las cosas en público porque apelamos al libre albedrío de nuestros afiliados como lo hacemos al de los ciudadanos, porque no hay otra forma de llegar a todos y cada uno de ellos y porque hacerlo en público no nos avergüenza porque no tenemos nada que esconder. Sabemos que otros partidos estas cosas las resuelven de forma mucho más discreta, aunque sean televisivamente públicas, con explosiones controladas a lo Tomás Gómez o Carme Chacón o periodísticamente públicas a lo González Cabañas o Pizarro, pero también muy controladas. Esto ocurre porque en UPyD no tenemos barones locales que “controlan a los suyos” y votan en masa según acuerdos, porque ni votamos a los amigos, a ni a las personas afines, sino a lo que conviene a los ciudadanos y al partido (y en este orden), porque en UPyD no se escucha ni un “acuérdate de mí, que yo me acordé de ti”, ni un “¿Qué hay de lo mío?”, ni un “¿Tú qué me ofreces?”, ni un “no te preocupes que yo tengo controlados a los 40 de mi agrupación local”, ni un “vamos a sentarnos que tenemos que hablar de reparto”. Afortunadamente tampoco tenemos que pasar la vergüenza de ver a un compañero a la puerta de la sede con una mesa plegable, recogiendo firmas y avales, para poder ilusamente intentar trepar la inexpugnable fortaleza de la partitocracia.

Y es que lo tendremos que repetir mil veces si hace falta: hemos nacido porque éramos necesarios, y dejaremos de ser necesarios el día que dejemos de ser diferentes, el día que se nos olvide que el fin no justifica los medios, el día que dejemos de creer en lo que creemos.

Por cierto, por si alguien a estas alturas no lo sabe, formo parte de la candidatura número 1 y para ella pido el voto a mis compañeros. #EstoyconMartín.



viernes, 4 de mayo de 2012

¿POR QUÉ ESTOY CON MARTÍN?

Estoy con Martín por la misma razón que estoy en UPyD, exactamente la misma. Porque considero que UPyD es una necesidad, que la sociedad española y andaluza necesita alguien que diga lo que hay que decir y haga lo que hay que hacer sin los dogmas, lastres y complejos arrastrados tras más de 30 años de democracia y porque es una obligación con nuestros votantes y con los ciudadanos ofrecerles un instrumento para cambiar las cosas, para regenerar la democracia, algo que sólo podemos hacer con un partido sólido y estable.

Con ese objetivo principal, creo firmemente que Martín de la Herrán y el equipo que ha articulado es el que garantiza esta solidez y estabilidad, y lo creo porque ambos atributos son indisolubles de la unidad y la sintonía sin fisuras con el proyecto nacional y revolucionariamente racional que es UPyD.

Los afiliados de UPyD en Andalucía hemos encontrado por fin una persona que despierta el consenso necesario, que nos ha puesto de acuerdo desde un liderazgo natural, no forzado, que nos ha hecho sentirnos orgullosos y bien representados. Hemos encontrado un activo al que no podemos renunciar.

No tengo ninguna duda de que Martín es el mejor coordinador territorial que UPyD puede tener en Andalucía, porque Martín representa en UPyD lo que UPyD representa en la política española: equilibrio, sensatez y sentido común.

Y quiero que se me entienda: el equipo de personas que conforman la otra candidatura es excelente, tan bueno como el que conformamos la de Martín y tan bueno como el que conformarían muchísimos afiliados que no forman parte de ninguna de las dos candidaturas. Tengo una absoluta confianza en todos sus miembros, como la tengo en casi todos los afiliados, pero no se trata de tener confianza, ni de valorar sus capacidades, sino de decidir lo que mejor le conviene al partido en estos momentos, y no tengo ninguna duda que lo que más le conviene es fortalecer la proyección que Martín ya ha empezado a generar en los andaluces, y eso se hace demostrando unidad en torno a él, legitimándolo y por tanto votando su candidatura. No se trata de otra cosa.

Si se tratara de articular el equipo con los mejor formados habríamos realizado una selección basada en los perfiles curriculares, si se tratara de elegir a los más motivados, habríamos preguntado a cada uno de nuestros consejos locales, y todos ellos nos habrían aconsejado a esos centenares de compañeros que son el alma del partido, los que siempre están cuando se les necesita, los que nunca fallan, ni a un reparto callejero, ni a un acto público…., pero no se trata de eso. Se trata de decidir lo que mejor convenga a UPyD en estos momentos en Andalucía, y eso es estar con Martín.

En la otra candidatura, y por supuesto fuera de ambas, tengo grandes amigos, personas de las que he aprendido mucho, que han estado siempre ahí para ayudar al partido desde la humildad y la honradez y que por cuya sola existencia a este ciudadano le ha merecido mucho la pena estos casi cinco de incursión en la política. Por eso que nadie se equivoque al ponderar este “litigio” interno. Ya sabemos que la democracia española no está acostumbrada a este tipo de política, a este tipo de partidos, a que podamos “discutir” públicamente sin perder las formas ni el norte, sin tener que disimular compañerismo, porque el respeto y el cariño son ciertos, sin tener que poner cara de chacones y gallardones, sin creer eso que se dice en política de que “fuera están los adversarios porque los enemigos están dentro”. Este partido también en eso es revolucionario. Y eso nos pasa porque si creemos que UPyD no es más que un instrumento, no un fin en sí mismo, cómo podríamos pensar otra cosa de los órganos internos y las personas que sólo somos herramientas circunstanciales del instrumento.

Nuestras “discusiones” no son más que las que tendrían dos hermanos por hacer la cama o poner la mesa, no por escaquearse. No hay ninguna posibilidad de que afecten a la unidad familiar, porque todos al día siguiente sabemos que tenemos que seguir trabajando y defendiendo LO QUE NOS UNE. Y lo que nos debe unir ahora es el enorme trabajo que tenemos por delante, trabajo que Martín y su equipo, Patricia, Nacho, Charo, Carolina, Ramón, Mateo, José María, Puri, Paloma, Manolo, Rocío, José Luis y yo mismo, podemos abordar con la colaboración y la confianza de todos los afiliados andaluces.



jueves, 3 de mayo de 2012

POLÍTICA DE FRANQUICIAS

¿Cuál es el objetivo de un partido político? Una primera respuesta, posiblemente la que daría una gran mayoría de españoles, es la de ganar elecciones y ostentar el poder en las instituciones. Si esta fuera la finalidad de un partido político, las medidas a adoptar, las cosas a hacer, deberían tener más que ver con la mercadotecnia que con la política.

La respuesta debería ser otra: el objetivo de un partido político es acceder al poder para concretar sus propuestas para la organización social, es decir, aquellas que conduzcan a la consecución de sus ideales y principios. La acepción de la Real Academia Española del término “partido” abunda en el mismo sentido: “conjunto o agregado de personas que siguen y defienden una misma opinión o causa”. Por lo tanto, la definición de partido político lleva inherente la existencia de ideales, principios y objetivos políticos ¡menuda cosa!

Todos los partidos tienen estos ideales escritos en sus estatutos, resoluciones políticas o programas. El Partido Popular se define como una formación política de centro reformista al servicio de los intereses generales de España que quiere distinguir su actuación general por un compromiso renovado con el derecho a la vida, la integración y el respeto a las minorías y la defensa y solidaridad con las víctimas de la violencia en todas sus manifestaciones, así como la protección del medio ambiente. El Partido Socialista Obrero Español en cambio se define como una organización política de la clase trabajadora y de los hombres y mujeres que luchan contra todo tipo de explotación, aspirando a transformar la sociedad para convertirla en una sociedad libre, igualitaria, solidaria y en paz que lucha por el progreso de los pueblos. Sus objetivos y programas son los fijados en su Declaración de Principios y en las resoluciones de sus congresos.

¿Qué les ha pasado?, porque es evidente que han perdido el norte. Es de razón que para lograr esos objetivos sea necesario ganar elecciones y alcanzar cotas de poder, pero también lo es que han confundido el fin con el camino, el objetivo con el medio. Han olvidado que los partidos sólo deberían ser instrumentos para alcanzar sus fines.

Las empresas tienen su objetivo mucho más claro. Se trata de ganar dinero. Para ello las hay orientadas al cliente y las hay orientadas al producto. Éstas últimas saben que tienen que vender su producto y todo su esfuerzo, su ingenio, sus actuaciones, se centran en convencer al cliente de que éste es el mejor, el que necesita, o en provocar la necesidad. A Coca Cola no se le ha ocurrido nunca elaborar Coca Cola caliente para el mercado groenlandés, pero sí diseñar campañas de comunicación que lleven a los groenlandeses a desearla, incluso a 15 bajo cero. Las orientadas al cliente venden lo que sea, lo que el cliente quiere, necesita, cree que quiere o cree que necesita. Es la estrategia del comerciante de zoco o del consultor de ESADE: “dile a tus clientes lo que quieren oír y llévalos a tu terreno”.

Resultaría lógico que los partidos políticos, salvando todas las distancias, y sobre todo, sustituyendo el marketing y por supuesto la publicidad engañosa por la pedagogía, optaran por la primera estrategia, porque deben tener un fin, un objetivo superior al electoral, un producto.

Pues no es así. PP y PSOE han decidido desde hace años optar por la orientación al votante, y eso les hace decir en cada lugar y en cada momento lo que creen que les dará mejor resultado. Esta realidad nos ha traído el concepto de lo políticamente correcto, del oportunismo electoral, nos trae las inauguraciones y los cortes de cinta en el último cuarto de la legislatura, nos trae el veto a la palabra “crisis”, o el “no subiremos los impuestos”, y desgraciadamente nos trae la peor de las perversiones: cambiar el discurso en cada lugar, dar carta de naturaleza a las distintas “sensibilidades territoriales”, lo que les ha acabado llevando a una política de franquicias: comparten logo, plataforma logística, presupuesto común, marketing, pero en cada feudo territorial, tanto los barones socialistas como los gerifaltes populares, tienen su negocio propio, sus objetivos electorales, sus estómagos que alimentar y la venia de sus respectivos “servicios centrales”, para decir lo que haya que decir y hacer lo que haya que hacer con tal de mantener la estructura.

Eso es lo que hace Alicia Sánchez Camacho cuando pide a Rajoy “un gesto hacia Cataluña”, y se siente incapaz de defender en esta comunidad autónoma la ley de Presupuestos Generales del Estado, no porque esta sea mala para España, para reactivar la economía, para garantizar los derechos ciudadanos, sino porque no trata a Cataluña de la forma diferencial que allí se espera (o eso cree y dicen las encuestas). Eso es lo que hizo Javier Arenas cuando pactó en Andalucía con el PSOE e IU un Estatuto inconstitucional (las competencias sobre el Guadalquivir fueron arrojadas por la Justicia a los rostros de todos ellos), con previsiones competenciales idénticas a las de un Estatuto catalán que el mismo PP recurrió al Constitucional. El miedo a verse retratado como antiandaluz hizo al eterno aspirante abrazar lo que le pusieron por delante, algo no muy complicado para alguien a quien las convicciones se las revisan diariamente los asesores de imagen (los mismos que le recomendaron no acudir al debate televisado, ¡menudos fichajes!).

En el caso del PSOE esta política de franquicias es innecesario ilustrarla. Ellos la llaman estructura federal. El PSOE se ha convertido en una suma de taifas, partidos regionales, baronías, asociación de intereses, que ya ni mantienen una imagen común. En Cataluña, País Vasco o Incluso Madrid, hace tiempo que decidieron eliminar la E de España porque tenía mala “venta”. Con respecto a políticas y principios, pues ya me dirán que tienen en común Jesús Eguiguren, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Odón Elorza o José Bono. Bastante menos que los propietarios de una franquicia de un McDonalds de Leganés o de Reus. Sí, hasta McDonalds tiene mayor coherencia interna.

En este orden de cosas, un partido como UPyD es revolucionario por la sencilla razón de que no ha nacido para ganar elecciones a cualquier precio, desde luego no al precio de decir lo que electoralmente convenga decir en cada sitio y en cada momento. UPyD tiene muy clara su vocación humanista y europeísta; ha explicado y sigue explicando donde haga falta en qué consiste su patriotismo constitucional, diametralmente opuesto a la sentimentología nacionalista; no necesita travestirse, ni coaliarse, ni renombrarse para adaptarse al paisaje provinciano. UPyD dice en Navarra y País Vasco estar en contra de los privilegios forales, en Carboneras estar a favor de derribar la mostruosidad del Algarrobico y en Badajoz se manifiesta en contra de la refinería Balboa. UPyD considera que no podemos renunciar a la energía nuclear, y lo dice donde sea necesario decirlo. UPyD defiende cuestiones nacionales, porque son cuestiones básicas, principios fundamentales que no deben tener una expresión territorial: la justicia, la educación, la sanidad no entienden de hechos diferenciales, ni distintas sensibilidades, ni realidades nacionales, ni otros engendros. Lo de UPyD no es centralismo, es centralidad.

Y esta naturaleza tiene también su reflejo en la organización interna. UPyD no necesita mantener cuotas territoriales porque que se sepa no tiene ningún territorio afiliado, sólo personas. UPyD no necesita acoger en su seno las diferentes sensibilidades culturales, porque no ha nacido para proteger derechos históricos ni ancestrales, sino humanos. En UPyD lo que cada órgano territorial hace es traducir a su respectivo ámbito geográfico las cuestiones generales que motivan su existencia, sin intentar condicionar sus principios por pretendidas necesidades particulares de cada región. La dirección de UPyD es una, no la resultante de los tiras y afloja de 17 direcciones territoriales. La cercanía al territorio sirve para hacer pedagogía, para conocer problemas concretos y ofrecer soluciones apropiadas, no para alimentar estructuras clientelares. UPyD está para ser, no es para estar.

Y por si alguien no se ha enterado aún, como dice Rosa Díez, esos principios fundamentales pasan por reivindicar el libre albedrío, el pensamiento crítico, la libertad y la igualdad en igual medida; ejercer nuestra condición de ciudadanos libres e iguales, que toman decisiones y asumen riesgos al tomarlas; reivindicar la ciudadanía, lo que está íntimamente ligado con la transversalidad y la negativa a caer en los viejos dogmas, con el compromiso de reivindicar las ideas frente a las ideologías, el pensamiento libre frente a la disciplina, el individuo frente a la tribu.


sábado, 28 de abril de 2012

UN PAÍS LLAMADO TITANIC

Hay 5.639.500 personas sin empleo y 1.728.400 familias con todos sus miembros en paro. Muchas razones para el descontento social, pero parece que todavía no somos enteramente conscientes de la gravedad de la situación. La situación es dramática, aunque lo realmente alarmante es la actitud de los partidos políticos.

El Gobierno ha renunciado a hacer política. Se ha convertido en una mera correa de transmisión del mandato alemán y los manidos mercados. No es sólo un problema de comunicación como sus aplaudidores mediáticos intentan mostrar, que también. Es sobre todo un problema de discurso, de relato, de intención, espero que no de principios. El complejo consustancial del PP empieza a ser no un problema para ellos sino para todos. De ninguna otra forma se explica el silencio de Arenas ante el escenario de subdesarrollo que está dibujando la izquierda andaluza, ese acuerdo entre cleptócratas e iluminados; de ninguna otra forma se justifica la asunción por parte del Gobierno de la agenda de Eguiguren en la lucha contra ETA (lo de "lucha" por decir algo); de ninguna otra forma se explica su incapacidad para explicar a la sociedad la verdadera naturaleza del problema y ofrecer al resto de fuerzas políticas un gran pacto de Estado para salir de la situación. Incluso las medidas más impopulares pueden explicarse desde la transparencia. Desde la mala conciencia o la protección de sus intereses partidistas, todas las medidas parecen desesperadas, improvisadas. No quedan suficientes clavos ardiendo a los que éste gobierno pueda seguir agarrándose, no quedan más mentiras que contar. Los dos aciagos días de Acebes ya son anécdota frente a los más de 100 de Mariano. Como el capitán y los armadores del Titanic, están más preocupados de que no trascienda lo preocupados que están que de tomar las decisiones que deben tomar.

En esta situación, en la que el náufrago es el país entero, el PSOE quiere ver sólo al gobierno braceando en soledad, y con su habitual mezquindad partidista, con su ignominiosa insensatez, en vez de echar un cabo ha decidido incendiar la calle, aprovechar las circunstancias en beneficio propio. Como esas damas de primera clase del Titanic, que unos minutos antes del hundimiento seguían haciendo cola en la caja fuerte para recuperar sus joyas, siguen pensando en el rédito partidista, en el cuanto peor, mejor.

De la paleoizquierda de IU no podemos esperar otra cosa que lo que hacen: siguen en sus consignas, en sus revoluciones, en su ensoñación en nubes de humo de hachís. Ojalá las camisetas del Che, los lemas, la lucha de clases, las alegorías a los desheredados de la tierra sirvieran para algo más que para despertar las conciencias de veinteañeros bienintencionados y las lágrimas de abuelos nostálgicos, pero desgraciadamente no nos van a salvar. Como la orquesta del Titanic, siguen a lo suyo y seguirán hasta el final.

Los nacionalistas sí están centrados y tienen claro que a veces sólo es necesario esperar. En esta historia son los tiburones que rondan alrededor de la nave en la seguridad de que un bocado acabarán llevándose a la boca. Siempre les ha ido bien la paciencia frente la debilidad del Estado. Esta vez alguno incluso sueña con que los destrozos sean tan grandes que puedan llevar la situación a sus espurios intereses (ya están rotulando sus pancartas para las algaradas venideras “solos nos iría mejor”).

A los sindicatos y empresarios no les doy ningún papel. No representan a nadie más que a ellos mismos y por sus intereses están velando. No tienen el mandato de los votantes y se pueden permitir ese lujo. No seré yo el que le dé carta de naturaleza a unas asociaciones parásitas del sistema e incapaces de autofinanciarse con las cuotas de sus representados.

Desde UPyD sólo podemos gritar todo lo alto que nos dejan que hace falta sentido común, pensar en generaciones y no en elecciones, estar a la altura de lo que se espera de los representantes políticos de todos los españoles. Llevamos cuatro años y medio tomando por la solapa a PP y PSOE, siendo su mala conciencia, su pepito grillo, los demagogos que anuncian varios años antes lo que pasa, lo que va a pasar y lo que deben hacer.

Ya hemos dicho por activa y por pasiva que tenemos una crisis política de primera magnitud, de la que nuestro problema económico sólo es consecuencia. Ya hemos explicado que la solución es la reforma del Estado, la revisión de las duplicidades e ineficiencias, la erradicación de unas estructuras administrativas nacidas al servicio de los partidos y no de los ciudadanos. No nos alegra saber que lo que con nuestro tirar de solapas no hemos conseguido, lo conseguirá la realidad cogiendo por el cuello a ambos inconscientes. Llegaremos a la reforma estructural porque no queda otra, será por las malas: habrá gritos, calle, incendios, barricadas, heridos, pelotas de goma, contenedores, lágrimas y espero que nada más… Y UPyD seguirá ahí, diciendo lo que tiene que decir, intentando cambiar por agua la gasolina del PSOE, explicando y haciendo pedagogía como venimos haciendo desde el 29 de septiembre de 2007. Estamos alertando a todos y señalando dónde están los botes salvavidas. No queremos ni sabemos hacer otra cosa.

domingo, 1 de abril de 2012

ELECCIONES ANDALUZAS Y PEDAGOGÍA

Pasada una semana de las elecciones andaluzas, cuando el ardor electoral se ha atemperado, quizá es momento de reflexionar sobre los resultados con una cierta distancia.

El PSOE ha perdido 67.000 votos con respecto a lo obtenido en noviembre y 655.000 con respecto a las autonómicas de 2.008, mientras que el PP ha perdido 414.884 y ganado 243.000 respectivamente. Por otra parte IU ha ganado 78.000 votos con respecto a lo obtenido en noviembre, el mismo número que ha perdido UPyD, aunque con respecto a 2008, IU ha ganado 120.000 votos y UPyD 101.000. En su casa se han quedado 652.000 andaluces más que en 2008 y 518.000 más que en noviembre. Los votos en blanco y nulos han sido 19.000 menos que en 2008 y 41.000 menos que en 2011. En definitiva, con un 25% de los votos de IU, UPyD ha obtenido 0 representantes frente a los 12 de esta coalición. Con una ley electoral justa habrían sido 4 los representantes obtenidos.

Lo primero que necesito decir es que me indigna y me aburre el análisis simplista que inunda periódicos y tertulias, radiofónicas, televisivas, de barras de bar y de redes sociales, que viene a concluir que el resultado es fruto del voto cautivo, el PER y la mentalidad subsidiada del andaluz. Ya está bien de repetir este mantra, algo que el PP lleva haciendo 20 años y cuyos resultados saltan a la vista: y es que además de perpetuar un distanciamiento de la sociedad andaluza, herida en su orgullo con este tipo de aseveraciones, es una distracción que no hace otra cosa que desviar la atención del problema real: la mentalidad cautiva, no necesariamente clientelar.

Claro que en Andalucía existe un peso enorme del sector público, del que más de una cuarta parte del electorado vive directamente, cierto que las subvenciones mantienen buena parte del mundo rural, como en el resto de España, y cierto que el convencimiento de que Papá Estado está obligado a mantenernos y el esfuerzo individual no es un valor en alza, son realidades incontestables, pero reducir a ello la explicación de lo sucedido es un simplismo que no nos deberíamos permitir.

Que las medidas tomadas por Rajoy han pasado factura a Arenas es obvio, aunque casi tanto como las engañosas encuestas que han dado una falsa confianza a su electorado, que los efectos de la corrupción socialista han sido mínimos en una sociedad ya inmunizada y desgraciadamente en su parte proporcional tan moralmente corrupta como sus dirigentes, y que IU ha sido la válvula de escape de ese descontento de la izquierda, también es evidente.


Pero, ¿qué le ha pasado a UPyD? Pues lo que tenía que pasar: en UPyD somos tan insensatos como para decir y hacer cosas tan necesarias como revolucionarias y ello requiere una permanente labor de pedagogía que intentamos hacer compatible con la precampaña y campaña electoral, lo que comporta una enorme dificultad. Pedir el voto suele ser cosa de publicistas, de mensajes cortos, sencillos y fácilmente digeribles, y el mensaje de UPyD necesita explicación, una explicación que mucha gente no está dispuesta a escuchar y sobre todo una explicación que necesita canales que tenemos prácticamente cerrados. Hay un dato incuestionable y rotundo: en el cociente “número de votos / número de minutos en televisión”, UPyD ha arrasado.

Tampoco debemos quitarle peso a la influencia de la sinceridad: UPyD ha dicho sin tapujos que el sector público andaluz está sobredimensionado y es inviable, y no hemos mentido garantizado el mantenimiento de esos casi 30.000 puestos de trabajo, como sí han hecho otros. Una parte importante de esos 200.000 votos inducidos (empleados y familiares directos), tendrán que ver como en estos años buena parte de esos puestos de trabajo que no se pueden mantener se perderán, y ninguna IU, ningún PSOE, podrán evitar esa sangría, digan lo que digan ahora.

Por último su importancia ha vuelto a tener la farsa del voto útil. Muchos votantes que se creen de izquierdas pero entendían la necesidad de echar al cleptopesoe han pensado que estaban obligados a votar al PP aunque fuera con las dudas del infiel o del monaguillo onanista y otros que evitar la entrada de la derecha, pues para algunos cofrades de la izquierda ésta tiene cuernos y rabo, les obligaba a votar al PSOE o a IU aunque fuera con guantes de látex, pinzas en la nariz y autoengaño freudiano. Lo del voto útil da para una tesis: desde una perspectiva numérica, por ejemplo, si 17.000 votos del PP en Córdoba hubieran ido a UPyD éste habría conseguido un parlamentario que habría perdido IU y el PP habría conservado sus 5, si esto se hubiera repetido en otras provincias el resultado final habría sido muy diferente y desde una perspectiva conceptual, ya nos dirán lo útil que deben sentir su voto los que votaron al PP pensando en que no subiría impuestos, instaría a la ilegalización de BILDU o sería implacable contra el fraude fiscal… Muy útil parece que no ha sido.

En resumen, aunque cada uno de los ciudadanos se esté planteando permanentemente las cuestiones que hicieron nacer a UPyD, aunque en familia y cafés de oficina, se den a sí mismos las razones que UPyD esgrime, la inmensa mayoría no llega a enterarse de lo que este partido propone, salvo que casualmente se tropiecen con un reparto callejero o tengan la osadía de acudir a un acto público que posiblemente ni se enterarán que se celebra porque no se anuncia más que en internet o en repartos callejeros de pasquines, como en los viejos tiempos de la democracia, en los que los impagables voluntarios de UPyD se vuelcan con toda su ilusión.

Por ello, porque la base de la proposición de UPyD consiste en exponer que tenemos que defender ideas frente a ideologías, en explicar que estas últimas no resuelven más problemas que los que crean, en romper con esa falsa creencia de que la defensa de los intereses propios se hace mejor desde Sevilla que desde Madrid, en decir que los sentimientos regionalistas no tienen nada que ver con la política racional, y porque nos obsesiona devolver al ciudadano su conciencia de libertad, de responsabilidad, su autoestima, exigirle la reflexión, el criterio y el libre albedrío, y sobre todo porque todos estos conceptos no caben en un eslogan y necesitan cierta pedagogía, nuestra empresa es magnífica, y como toda gran empresa tiene dificultades.

La base ya es muy sólida, las raíces están bien hundidas y el crecimiento es irreversible. La empresa tiene asegurado su éxito porque la mecha se ha encendido y la explosión magenta es inevitable, pero la pedagogía democrática sigue siendo imprescindible, y necesita docentes y pizarras. Los primeros son todos y cada uno de los simpatizantes, afiliados y representantes públicos de UPyD, todos los que entienden la importancia de lo que nos queda por hacer, todos los que se sienten concernidos por este compromiso ciudadano, ni mucho menos partidista. Las pizarras deben ser los plenos de los ayuntamientos donde estamos, los espacios que seguiremos demandando en los medios de comunicación, las redes sociales, los centros de trabajo y sobre todo las calles, donde UPyD debe seguir interactuando con la gente. En las próximas autonómicas en 2016 volveremos a no estar en el debate televisado, volveremos a tener un Canal Sur que ignorará el mandato judicial y que nos evitará por todos los medios, volveremos a tener pocos recursos económicos, volveremos a tener poco lugar en una prensa en la que no contrataremos espacios publicitarios y en unas cadenas de radio en las que no se oirán nuestra cuñas comerciales, pero seguiremos teniendo la convicción de que nuestra presencia es necesaria y seguirá existiendo la necesidad de que alguien en el parlamento andaluz actúe anteponiendo los intereses de los ciudadanos a los de su partido. Eso no lo podrán cambiar.

Haremos pedagogía y política durante cuatro años. El tándem bipartidista bien hará en preocuparse, aunque mejor haría en comportarse y hacernos innecesarios.

viernes, 23 de marzo de 2012

NO NOS AVERGÜENZAN

Rosa, Carlos, Álvaro, Toni, Irene, Francisco, Gorka, Luis, Ramón, Elvira, Enrique, Gabriel, Loreto, Alberto, Juan Luis, David, Cristina, Jaime, Patricia, Luis Mariano, Anselmo, Ricardo, José, Miguel Ángel, Emilio, María Celia, Marina, Eva María, María Cristina, Fernando, Antonio, Vicente Manuel, José Antonio, Emilio, Iván, José Luis, Esperanza, Cristiano, Tomás, Antonio, Carmen, Javier, Lourdes, Juan Carlos, José Luis, Francisco, José Antonio, Enrique, Victoria, María José, Jorge, Mercedes, Juan Ramón, Felipe, María del Carmen, Jesús, Francisco, Enrique, Gudelio, María Isabel, Fernando, Luis Manuel, María Isabel, Manuel Ángel, José Luis, Roberto, Pilar, Alejandro, Germán, Marcos, Juana, Pedro, Helena, María Isabel, Fernando, Emilio, Domingo, Mateo, Ángel, Francisco José, Desiderio, Mayte, María del Carmen, Manuel, Sonia, Juan, Victoriano, Manuel, Isabel, Inmaculada, Adela, Isabel, Eva María, Amparo, Juana, Felipe, Ramón, José Antonio, Trinidad, Carlos, Nicolás Eladio, Mª Fernanda, Estanislao, Ana María, Agustín, José Luis, Bienvenido, Emilia, Eduardo, Miguel Ángel, Manuel José, Ana Rosa, Álvaro, Asunción, Teógenes, Mª Ángeles, Teresa, Ramiro, Sonsoles, Mónica, Fernando, Santos, Javier, Mª Paz, Carlos, Germán, Adoración, Abel, Roberto, María Rosario, Julián, José Daniel, Francisco Javier, Ramón, Miguel Ángel, José Antonio, Águeda, José, Miguel Ángel, Andrés, Carolina, Rocío, Pedro, Rosa Ana, César, Alex, Santiago, Fernando, Enrique, César, Armando, Antonio, Caridad, Antonio, Félix Ignacio, David, Rubén Juan, José Antonio, Miguel, José Luis, Encarnación, Rafael y Mario José.

Todos ellos tienen en común dos cosas: la primera es que todos son cargos electos de UPyD y la segunda que no nos avergüenzan. Los representantes de UPyD en las instituciones pueden llevar a gala que no avergüenzan a sus compañeros de partido ni defraudan a sus votantes, y eso los distingue de todos los demás cargos públicos españoles.

Es lamentable tener que destacar algo así, pero desgraciadamente la clase política española, la que con su contumaz persistencia en el latrocinio, su dejadez, su mirar para otro lado o sus intereses de partido, han convertido la más noble dedicación, lo que debería ser el inmenso honor del servicio público en algo denostado que nos avergüenza, ha hecho necesario mencionarlo.

Es cierto que pocos tienen poder, en el sentido de responsabilidad de gobierno o posibilidad de condicionarlo, pero todos han tenido la oportunidad de avergonzarnos, de mirar para otro lado, de ser incoherentes, de hacer lo contrario de lo que dicen, de no ir a los plenos, de ser vagos, de no dar ejemplo..., y ninguno lo ha hecho. Todos siguen a la altura de un partido que ha nacido para estar a la altura, para devolver la dignidad a la política. Y que nadie se engañe, no son de otra pasta, son tan humanos, tan débiles o tan fuertes como el resto, y aunque la madera con la que están hechos ayuda, las limitaciones autoimpuestas por la organización también.

En este día sábado 24 de marzo, jornada de reflexión de las elecciones al Parlamento de Andalucía y la Junta General de Principado de Asturias, se pueden hacer muchas consideraciones: hemos explicado las razones, las propuestas, los principios, las formas que caracterizarán a UPyD, pero no está de más destacar que los equipos que encabezan Martín y Nacho, las personas de UPyD que han decidido dar el paso y que tendrán la responsabilidad de representar a los ciudadanos en ambas instituciones, van a sumarse a esa relación de personas honradas que han decidido pasar por la política para cambiarla, no para lucrarse, ni para hacer amigos, ni para participar en el pasteleo, en el orden establecido, en el pacto tácito que dice que perro no come perro, en esa representación de hostilidad, gritos, insultos en público y café, copa y “dame tu móvil” en privado.

Andaluces y asturianos tienen sobradas razones para ser escépticos, para no fiarse de nadie, pero lo que no se puede negar es que UPyD hace cuatro años marcó un rumbo y en él sigue. Esa pequeña canoa que se abrió paso entre dos portaviones se ha convertido en un hermoso bergantín, que sigue su singladura, sin moverse un ápice, con manos firmes en el timón, cada vez más acompañado, más conocido, más querido, más temido y cada vez más preocupado por no despistarse y acabar entre las rocas o como esos otros partidos antaño nacionales, cuyos tripulantes se olvidaron del rumbo y no se sabe desde qué día están más preocupados del confort de sus gentes dentro de ellos que de las razones que les hicieron existir y viajar.

El lunes apuntaremos un buen puñado de nuevos nombres a la lista…, que nadie lo dude.



sábado, 18 de febrero de 2012

SOMOS LO QUE SOMOS

Hoy no voy a hablar de los políticos, sino de la sociedad, de nosotros mismos, de lo que somos.

Empieza a alarmarme la italianización y argentinización de este país, con perdón para los italianos y argentinos, que como en todas partes los hay de todo pelaje y condición. Empezamos a tolerar la corrupción política, no me cabe ninguna duda. Cada vez es menos noticiable y cada vez interesa menos. Nos han inmunizado de tal manera que nos resbala.

Podríamos empezar a hacer una lista y no acabaríamos, desde el yerno del rey hasta el último concejal, son muchos los casos, y aunque sólo fuera uno, seguirían siendo muchos. Pero no me quiero detener en los casos, sino en la respuesta ciudadana. La respuesta judicial, es la que es, no sé si la que debe ser, pero doctores tiene la Iglesia y nuestros procedimientos judiciales son los de un Estado de Derecho. Así que si a Garzón le ha prescrito su cohecho con el Santander, o si no se puede demostrar que Camps no pagara sus trajes, así será, pero… ¿y la condena social? Ninguna. Matas, Urdangarín, Julián Muñoz… todos quedarán rehabilitados socialmente como ya lo está Mario Conde, el Dioni y todos los demás.

Y es que esta sociedad no necesita perdonar lo que nunca ha visto del todo mal. Es cierto que muchos nos indignamos, pero no es suficiente.

Los ingenieros sociales del PSOE lo saben, y por eso no temen presentar como candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía a una persona que como Consejero de Hacienda, sí de Hacienda, permitió la creación de un fondo opaco al control y la intervención, que acabó pagando lo que todavía no sabemos, y lo que ya sabemos, entre otras cosas, cocaína, prostitutas y las pensiones de muchos compañeros de partido. En cualquier país serio, de los que funciona, esto sería inconcebible. Este hombre debería estar inhabilitado de por vida para ejercer un cargo público, no porque lo diga un juez, sino porque sería insoportable para la sociedad. Sus compañeros lo habrían obligado a dimitir, o él mismo lo hubiera hecho.

Aquella conversación grabada en 1990 sin orden judicial y por lo tanto sin valor como prueba en la que Zaplana hablaba con Salvador Palop (caso Naseiro), http://www.cadenaser.com/espana/articulo/zaplana-caso-naseiro/csrcsrpor/20051124csrcsrnac_6/Tes, no impidió que los valencianos siguieran confiando en su entonces presidente autonómico, y que llegara a ser ministro y hombre fuerte del gobierno de Aznar. Son imprescindibles las garantías judiciales, y por tanto que la justicia no pudiera hacer nada, pero que la sociedad no saliera a la calle a hacer dimitir a este individuo de inmediato o más recientemente al exculpado, el de los amiguitos del alma, o al de las loterías y las estatuas aeroportuarias…, no es concebible.




Pues sí, no podemos esperar otra cosa de este país de pillos, chorizos y vagos. Necesitamos una reforma profunda de la política, pero eso no será posible sin un cambio más profundo aún de nuestra sociedad. Mientras en este país sigamos oyendo eso de “¿lo quiere con factura o sin factura?, que sepa que si quiere factura le voy a tener que cobrar el IVA”, todo esto será normal e irá en ascenso. Esta microcorrupción cotidiana la hemos asimilado, nacimos con ella, forma parte de nuestra sociedad católica, tendríamos que ser como los calvinistas para empezar a erradicarla, algo que va a ser imposible. Y todos, absolutamente todos, participamos de ella, yo también, aunque esté indignado. Tengo que cambiar un azulejo roto del baño, y llamaré a mi amiguete Carlos, gran albañil y mejor persona, que tiene menos papeles que una burra robada. Y lo sé, y sé que en mi ciudad hay empresas que pagan sus impuestos, que tienen a sus trabajadores de alta e intentan capear el temporal como pueden. Y le daré 50 euros a Carlos en vez de los 150 que vale el trabajo a cualquiera de esas empresas, y evitaré que me pregunten si quiero factura o no, porque también esas empresas me lo preguntarían, y evitaré que me plantee si realmente estará dado de alta en la SS el trabajador que me manden, y evitaré que se me quede cara de tonto si descubro a posteriori que es así… porque aquí no se libra ni el gato.

Si te dejas una cámara o un móvil olvidado en un bar de cualquier ciudad española, las posibilidades de que vuelvas a por él, lo tengan guardado y te lo devuelvan son casi ninguna e infinitamente menores que si esto te pasa en un país del norte de Europa. Y ese “afortunado” que se encuentre el objeto, llegará a su casa y lo contará sin ningún sonrojo “un panoli se ha dejado este pedazo de móvil, y he estado listo porque luego ha llegado una pareja a la mesa vacía y como me di cuenta me levanté y lo cogí rápido”, y se lo explicará a sus amigos, y éstos lo envidiarán y ninguno le afeará la conducta, y si alguno le parece mal no se atreverá a decirlo, y si se atreve a decirle que debiera habérselo dejado al encargado del establecimiento por si volvía su dueño, este le responderá, “sí, claro, para que se lo quede él, me lo quedo yo”, y todos asentirán y hasta el que lo veía mal pensará que quizá tenga razón. Es así, sin ninguna duda, y sólo podremos recordar las excepciones que confirman la regla.

¿Esta sociedad es la que va a juzgar a sus políticos? No me cabe ninguna duda de que la corrupción política o la gran corrupción empresarial, de la que se habla menos, no porque haya menos sino porque son más listos y lo hacen bien, no es más que una expresión cuantitativamente distinta de la misma cosa, se nutren del mismo magma, tienen el mismo caldo de cultivo, solo es otra escala, otra dimensión, de la misma realidad.

Sinceramente, UPyD no tiene respuestas para todo. No sé cómo vamos a resolver esto, pero así no podemos seguir.

sábado, 11 de febrero de 2012

FUNCIONARIOS vs EMPLEADOS DE EMPRESAS PÚBLICAS

En el sur de este país de trincheras y luchas fratricidas se ha abierto otra brecha, otro enfrentamiento entre dos colectivos, que no ha tardado en pervertirse por la manipulación política aunque no fuera el deseo de sus protagonistas, y ya han conseguido otra caricatura maniquea de las dos Españas. Se trata de los funcionarios de la Junta de Andalucía y el personal de las empresas públicas que el PSOE ha pretendido agencializar y colar por la puerta de atrás en la Administración autonómica.

Los primeros andan de naranja por las calles, tras once meses de lucha, denunciando la huída del derecho administrativo y la administración paralela engendrada por el socialismo andaluz, con la satisfacción de haber logrado parar por vía judicial la puesta en marcha de las distintas agencias.


Los segundos, dicen que 26.000, andan perplejos, con el estigma de “enchufados” y sintiéndose injustamente tratados por los funcionarios de carrera. No es cierto que el 100% de esos 26.000 sean afines al PSOE, pues muchos han conseguido su puesto mediante procesos de selección sin que les preguntaran su afinidad política.

La inevitable simplificación y permanente politización que sufrimos en este país, ha dado lugar a que a los primeros se les ataque llamándolos instrumentos del PP y a los segundos enchufados del PSOE, pero cualquiera que se haya tomado la molestia de conocer el problema e interactuar con las asociaciones y sindicatos independientes de funcionarios o con los no tan organizados ni beligerantes trabajadores de las empresas públicas y agencias, habrá podido comprobar que la realidad es mucho más compleja, que asociar a los funcionarios con el PP es tan ridículo como asociar a la mayoría de los empleados de las empresas y agencias con el PSOE. Sólo son personas, ciudadanos, preocupados por su trabajo, por su vida, y también por la marcha de la cosa pública.

En el programa de UPyD para Andalucía le damos la máxima prioridad a este asunto, y por eso proponemos sin matices derogar la Ley 1/2011 de reordenación del sector público de Andalucía y abordar un plan de simplificación administrativa, que bajo criterios de eficacia y eficiencia, mantenga exclusivamente aquellos organismos que sean imprescindibles por suponer una mejor forma de gestión. El plan incluirá la reducción significativa de un sector público andaluz sobredimensionado, suprimiendo las Empresas Públicas y enajenando las participadas cuyas actividades estén cubiertas por empresas privadas.

Lo que el sector privado puede hacer más eficazmente y de forma más racional lo debe hacer el sector privado. La Junta no puede ser empresaria. Lo que sólo desde la Administración, desde el derecho administrativo debe abordarse, para garantizar la independencia, la objetividad y la salvaguarda del interés general, ni lo pueden hacer empresas privadas, ni empresas públicas: esas tareas deben volver al funcionario.

Por lo tanto no deberían preocuparse los trabajadores de las empresas públicas que tienen trabajo, pero trabajo de verdad, no un “puesto de trabajo”. Puesto de trabajo tienen los 26.000, pero trabajo sólo una parte de ellos. Los que tienen trabajo real y necesario seguirán trabajando. En algunos casos lo harán directamente en una Administración redimensionada que deberá sacar las plazas necesarias para abordar tareas propias de la función pública, en otros lo harán en las empresas privadas que cubrirán de forma más eficiente el vacío dejado por esta gigantesca administración paralela y los menos lo seguirán haciendo en aquellas empresas públicas que permanezcan porque se justifique que las dos soluciones anteriores no son viables.

Los que sí se tienen que preocupar son los paseadores de pasillos, miradores de paredes, encadenadores de cafelitos, esos que están pero que jamás estarían en las empresas privadas porque éstas no se lo pueden permitir, los tengan que indemnizar con 45 o con 20 días. Esos que tienen un puesto de trabajo injustificado e injustificable, enchufados o no. Y por supuesto más aún se tienen que preocupar esos exalcaldes socialistas u otros miembros del partido que el 20 de mayo perdieron su plato de habichuelas (de tienda gourmet) y papá Griñán los recolocó de asesores, adjuntos a no se sabe qué, gerentes iletrados, y ahora ocupan despachos y coche oficial, cobran dietas y sueldos que hacen sonrojar a cualquier biennacido. Esos deben ser despedidos y miraremos en sus cajas y maletines para asegurarnos que ni una grapadora se llevan.

¿Y los funcionarios tienen que estar tranquilos o preocuparse? Pues igual, los que trabajan, los que saben que es un honor servir a la ley y a los ciudadanos, en absoluto. Los otros, los de los chistes de Forges, que también los hay y muchos, ya se pueden empezar a preocupar. Quizá, sólo quizá, no puedan ser expulsados de una Administración que no merecen, pero por fin los vamos a poner a trabajar. Ya está bien que los buenos funcionarios tengan que hacer su trabajo y el de dos compañeros vagos que consideran que cuando aprobaron la oposición ganaron el derecho a cobrar por no hacer nada. Ya está bien que los empleados de las empresas públicas tengan que hacer el trabajo de funcionarios vagos, incapaces de salir una tarde de fútbol a hacer una inspección ganadera o ambiental de urgencia, por poner un ejemplo, cuya acta tienen que firmar a posteriori sin saber lo que firman, y luego se pongan la camiseta naranja y salgan a la calle a gritar que los enchufados los dejan sin trabajo.

UPyD en su programa incluye de forma expresa afrontar con carácter inmediato y prioritario el desarrollo reglamentario en Andalucía del Estatuto Básico del Empleado Público aprobado por las Cortes Generales en 2007, articulando mecanismos de control objetivos que permitan valorar la productividad y evaluación del desempeño de los empleados, desarrollando una nueva Ley de Ordenación de la Función Pública de la Junta de Andalucía y un plan de actuación para la reducción del absentismo que incluya las medidas disciplinarias que sea necesario aplicar.

Es inaplazable despolitizar la administración, devolver al funcionario la independencia y el poder que nunca debió perder. Si a los funcionarios se les garantiza un trabajo de por vida, si no están en el régimen general como el resto de trabajadores, es porque esa independencia es necesaria para eludir las presiones políticas, para ser únicamente servidores de la ley, no del político de turno. Por eso UPyD plantea un paquete de medidas concretas como eliminar los puestos de libre designación por debajo del nivel 22 limitándolos a ocho años en un intervalo de doce o restringir radicalmente el nombramiento de asesores.

En definitiva, UPyD no va a llegar al Parlamento de Andalucía para reírle las gracias al más votado, para optar a parcelas de poder, entendido como los viejos partidos lo entienden “poder administrar una Consejería u organismo, controlarlo y ponerlo al servicio del partido”. UPyD viene a darle una vuelta al calcetín, a cambiar profundamente todo lo que está podrido hoy, y lo estaba desde mucho antes que se publicara la Ley 1/2011 “del enchufismo”, todo lo que hace décadas que huele mal en una Administración que también ha contribuido, y de qué forma, a que sigamos en el furgón de cola del tren europeo.