lunes, 4 de noviembre de 2013

CUCHARA Y NI UN PASO ATRÁS


Susana Díaz dijo el pasado sábado a raíz del anuncio de Unión Progreso y Democracia de que el gobierno socialista de Asturias se quedaba en minoría por romper el pacto de legislatura suscrito, lo siguiente:

"Las reglas de juego en este país se tienen que decidir siempre entre todos y una mayoría no reforzada no puede imponer esas reglas de juego al conjunto de los demócratas".

El pacto firmado entre la Federación Socialista Asturiana y UPyD comprometía la reforma electoral si había una mayoría reforzada, y en este caso con 3 de los 5 partidos con representación en la cámara asturiana, esta mayoría hubiera estado garantizada, de no existir un pacto mucho más sólido que el firmado por los socialistas asturianos con UPyD, el pacto tácito que PP y PSOE tienen suscrito desde los albores de nuestra democracia, que viene a decir: "hagamos como que disentimos, debatamos en ciertos terrenos y con ciertos márgenes, pero respetemos una serie de líneas rojas: no toquemos una ley electoral que blinda el bipartidismo, no toquemos un sistema judicial politizado e intervenido, con las cuotas que en cada momento podamos negociar en base a la fuerza electoral circunstancial de cada uno, no toquemos una administración autonómica, provincial y local que nos permita alimentar nuestras respectivas redes clientelares internas y externas…", entre otros.
Pero lo que la presidenta andaluza ha querido decir de facto es que el  Acuerdo por Andalucía que firmaron PSOE Andalucía e IULV-CA en abril de 2012 es papel mojado y no piensa cumplirlo.
Ese pacto, de gobierno, no de apoyo para de legislatura como el asturiano, dice en su página 26:
Abordaremos la reforma de la Ley Electoral al objeto de mejorar la proporcionalidad en la representación parlamentaria, a cuyo fin constituiremos un Grupo de Trabajo que determine las posibilidades y límites de dicha reforma en el segundo periodo de sesiones.
Es decir, Susana Díaz, que considera que “una mayoría no reforzada no puede imponer las reglas de juego al conjunto de los demócratas", y considerando que IU con 12 diputados, sumados a los 47 del PSOE-A sólo suman 59, frente a los 50 del PP, entenderá que tampoco tienen esa “mayoría reforzada”. Por lo tanto, no cabe sino interpretar que para Susana Díaz esa página 26 del pacto con IU es prescindible, y no tiene ninguna voluntad de cumplir el compromiso adquirido.
La pregunta inmediata que surge es: ¿Tiene IU la voluntad de exigirlo?
Evidentemente no lo parece. Los sillones deben ser cómodos, las empresas públicas que controla, aunque pocas y sin muchos recursos en estos tiempos de vacas flacas, suficientes para alimentar al que tanta hambre ha pasado durante décadas, a esos parias de la tierra. Los asesores, los puestos de libre designación y las posibilidades de marketing (véase Ley de Función Social de la Vivienda, Banco Público de Tierras, Instituto Público de Crédito, y todos los Observatorios que sean necesarios, junto a otras medidas de propaganda de la economía planificada postsoviética), que las tres consejerías ofrecen a los “compañeros de barricada”, bien valen guardar los principios en el cajón durante un tiempo, si es que alguna vez estuvieron fuera de él.
Por eso, porque no podemos tener ninguna esperanza en que IU vaya a exigir nada al PSOE, es por lo que UPyD ha decidido pedir a al menos 40.000 andaluces (aunque seguro que serán muchos más), su ayuda para obligar a los grupos políticos con representación en el Parlamento andaluz a retratarse.
La Iniciativa Legislativa Popular para la Reforma de la Ley Electoral, que ha presentado UPyD y para la que está recogiendo desde el 9 de octubre firmas en toda Andalucía, no ha requerido un costoso “Grupo de Trabajo”, ni “comisiones de expertos con dietas y ayudas para el desplazamiento”. Sólo ha requerido voluntad política, un grupo de ciudadanos voluntarios y libres empeñados en mejorar la calidad democrática de Andalucía y cero euros. Es sólo un ejemplo de eficacia, de lo que se puede hacer cuando se dispone de convicción y ambición de país, de respeto a la ciudadanía, de ilusión de un futuro mejor para todos: no hay mayor incentivo.
No nos cabe ninguna duda de que ni IU ni PSOE piensan llegar a las elecciones de la mano, unidos por este matrimonio de conveniencia; no nos cabe ninguna duda de que han de escenificar una ruptura con cierto tiempo, si es posible con muebles por la ventana y algún plato roto, con mucho ruido; y no nos cabe ninguna duda de que el “desencuentro” acerca la reforma electoral andaluza es una excusa perfecta para ello.
Si IU quisiera regenerar la democracia andaluza no dudaría en hacer ya, sin demorar un sólo día, lo que ha hecho UPyD en Asturias, pero no lo va a hacer, porque no es esa su voluntad ni su objetivo. No han llegado al gobierno para cambiar la forma de hacer política, para levantar alfombras y abrir las ventanas sino para participar en la orgía de gasto público, para meter su cuchara, aunque corta y pequeña, pero cuchara al fin y al cabo, en esa olla común del ajo campero de viña. Cuchara y paso atrás, dice la atávica norma no escrita del campo andaluz, pero por ahora, cuchara y aguante, el paso atrás ni por asomo, que ha sido mucha el hambre pasada.
 
 

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