La bandera blanca y verde
La primera referencia escrita de la bandera de
Andalucía, con una estructura similar, es la del reinado de Al Mutasim de la
taifa de Almería del año 1051, por lo que es la bandera más
antigua de Europa, y probablemente del mundo, que sigue en uso.
El Estatuto de Autonomía de Andalucía la define “... es la tradicional
formada por tres franjas horizontales —verde, blanca y verde— de igual anchura,
tal como fue aprobada en la Asamblea de Ronda de 1918”.
Tanto la bandera como el himno y el escudo fueron
adoptados por la Junta Liberalista de Andalucía en la Asamblea de Ronda de 1918,
donde se proclamó que en adelante la bandera de Andalucía consistiría en tres
franjas horizontales del mismo ancho, verde, blanca y verde. Blas Infante fue
el responsable directo de la creación de la bandera, cuyo diseño justificó por
el verde, el color de los Omeya, y el blanco, propio del Imperio Almohade,
periodos que desde su óptica fueron dos de las épocas de mayor esplendor de un
poder político en el territorio de la actual Andalucía. Según esta idea, la
tonalidad de verde elegida fue denominada "verde omeya"; dicha
denominación fue reconocida oficialmente mediante el Decreto 212/1983.
Afortunadamente de ese esplendor Omeya y Almohade
sólo nos queda una bonita bandera, un patrimonio cultural y monumental excepcional,
y poco más, pese al batallón de aliados de
civilizaciones, laicoselectivos, relativistas amnésicos, revisionistas
buenistas y pánfilos con mala conciencia generacional que cada año la montan
con la celebración toma de Granada y otras idioteces similares. Afortunadamente
hoy Andalucía es laica, las mujeres pueden conducir, tienen libertad para
taparse el pelo o no hacerlo y cuando tienen 12 años nadie las vende casándolas
con un cincuentón con dinero.
vuelve, tras siglos de guerra,
Efectivamente han sido siglos de guerra, desde
las púnicas del siglo III a.c. a la Civil del siglo XX, Andalucía no se ha
librado de ninguna. Tartessos, fenicios, griegos, cartagineses, romanos,
vándalos, visigodos, almorávides, almohades, castellanos, reyes cristianos de
distinto pelaje, franceses, ingleses, dictadores gallegos nacionalcatólicos …,
todos han derramado sangre en esta
tierra, y algo hemos aprendido.
a decir paz y esperanza,
Paz parece que sí ha dicho, y lo ha dicho alto y
fuerte, y también parece que se la ha entendido, que ha calado. Llevamos ya 37
años de democracia y 32 de autonomía, que han conseguido canalizar las
injusticias sociales y las iras que generan de forma ordenada, contenida,
garantizado la paz.
Lo de la esperanza es harina de otro costal. La
Andalucía de 2014 pierde convergencia con la Unión Europea. Su producto
interior bruto per rápita se sitúa en el 73%
de la media la UE. Desde 2007 la
pérdida ha sido de 8 puntos, y todavía hay quien se alegrará de que esta
situación haga posible que Andalucía reciba 1.500 millones de euros adicionales
por haber vuelto al selecto club del “objetivo uno”.
Esperanza es un concepto que difícilmente pueden
entender los 1.440.000 andaluces en paro (el 36% de la población activa), y
mucho menos aún los 632.000 jóvenes (el 45,6%), a quienes su tierra sólo les
está dando la oportunidad de marcharse a buscar un futuro lejos, en un cómodo
vuelo y no saltando vallas con cuchillas, lo que tal y como está la cosa quizá
no sea poco.
bajo el sol de nuestra tierra.
Exactamente más de 2.800 horas de sol, horas que
nos sirven para tener instalada una potencia de energía solar fotovoltaica de
838 MW frente a los 35.600 de Alemania, con casi la mitad de horas de sol y
siendo apenas cuatro veces y media más extensa. Es cierto que en Alemania el
sector esta hipersubvencionado, casi tanto como aquí subvencionamos a empresas
públicas innecesarias, ayuntamientos minúsculos e inviables, diputaciones
decimonónicas o cursos de formación de degustadores de marisco en el Caribe.
¿cuánto podríamos hacer con el dinero que malgastamos?
Afortunadamente no todas esas horas de sol las
despifarramos. Buena parte de ellas las invertimos en producir hortalizas con
las que suministramos los mercados de media Europa o el aceite de oliva que
compran los italianos a granel a bajo precio y revenden en botellitas de
cristal en medio mundo y otra parte se las llevan puestas en la piel los
millones de turistas que nos visitan cada año.
¡Andaluces, levantaos!
Pues sí, no estaría de más. Levantémonos. Si
puede ser para algo más que ir al fútbol, a los toros, al Rocío, a la feria, para
entrenar como costalero o ensayar coplas de carnaval. Y por cierto, todo eso no
dejemos de hacerlo, todo eso que nos singulariza, nos nutre y permite mantener
un acervo milenario, pues todo ello es posible y compatible con otras causas.
Pero levantémonos también para emprender, para crear, para inventar, para
investigar, para rellenar libros de quejas y reclamaciones, para manifestarnos,
para exigir nuestros derechos; levantémonos para votar, para participar como
ciudadanos políticos, para formar parte activa de la ciudadanía, ahora para firmar la ILP para la
reforma de la ley electoral que permitiría regenerar la democracia.
¡Pedid tierra y libertad!
Bueno, mejor no pedidla. Tampoco ocupadla como dice
ese señor con barbas y pañuelo palestino. La tierra en la Europa civilizada, en
el mundo que funciona, ese que tiene un 6% de paro, se compra. Para eso están
los notarios y estaban los bancos. Ahora es cierto que los bancos no ayudan
demasiado, están preocupados guardando el dinero que les hemos prestado o
regalado, pero eso no es óbice. Olvidémonos de mendigar.
Y la libertad tampoco hay que pedirla, hay que
defenderla. Es lo más preciado que tenemos, pero la tenemos por el hecho de ser
ciudadanos españoles y europeos, algo que nos ha venido dado, pero que otros
antes que nosotros ganaron con su trabajo, su sangre o su vida. Por eso hay que
defenderla, porque tuvo un precio, y porque aunque es inherente a la ciudadanía
que nos garantiza los derechos hay quien cuestiona esa ciudadanía y quien la
menosprecia. Defenderla siempre, pedirla nunca ¿A quién? La libertad está en las
papeletas que metemos en sobres periódicamente, usémosla racionalmente, pues es
la mejor forma de protegerla.
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!
¡Sea! Pero este brindis no es gratis. Habrá que
levantarse, habrá que hacer crecer la autoestima y a la vez rebajar el tono de
las alharacas y golpes de pecho, cuyo volumen guarda una proporcionalidad
directa al complejo secular. Con la libertad nacemos, pero la independencia
personal hay que construirla desde el trabajo y el conocimiento. Esa es la
única independencia que los andaluces necesitamos defender, el único derecho a
decidir que estamos obligados a ejercer.
No podemos concebir nuestra libertad personal,
sin la libertad de todos, de los españoles, los europeos y la humanidad. La
soberanía nacional sólo encuentra sostén sobre los hombros de ciudadanos
soberanos y libres. Los borregos, esos que balan, o piden, nunca han construido países, no los
necesitan, porque ninguna libertad tienen que defender, un simple rebaño donde
verse rodeado de iguales que balan de la misma forma, les basta.
Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.
Pues no sé si lo fuimos, ni si pudimos serlo,
como tampoco sé si queremos, aunque sí que podemos ser esos hombres de luz.
Andalucía tiene la desgracia de menospreciar la luz de sus hombres, esos que
acaban teniendo que desarrollar fuera su talento, no sólo los jóvenes que ahora
marchan con su título debajo del brazo, sino a los que ahora y siempre han
tenido que encontrar amparo a su genialidad emprendedora, científica, técnica o
artística, lejos aquí, en lares donde el terreno estuviera abonado o al menos
no hubiera segadores de ingenio, esos empleados de la Agencia Pública Andaluza
de Aniquilación de la Iniciativa. Andalucía es demasiadas veces esa casa
familiar que se le queda chica a los grandes porque se dedican a empequeñecerla
los mediocres.
Por otra parte Andalucía tiene la virtud de los
pueblos mil veces invadidos y jamás conquistados, esos que siempre acaban
conquistando a sus invasores. Sean marroquíes en el Ejido, ingleses en
Torremolinos, o rumanos en la Sierra de Segura, Andalucía nunca hurta el alma a
los hombres, sólo los convence, susurrándoles al oído, para que la dejen aquí.
3 comentarios:
Muy bueno si no fuese porque la letra es de hace un siglo y se canta de manera simbólica. Casi me acabas convenciendo y no niego que estoy de tu lado en algunas cuestiones hasta que me he dado cuenta que lo has convertido en un discurso político. Le tengo simpatía a Upyd pero el programa electoral es flojo y no toca lo que no le interesa. Aún así votaré a Rosa a ver que plan tiene para Andalucía. Uno de Jaén. Saludos
Saludos, Miguel, no pretendía ser un ensayo sobre Andalucía y su himno, sólo un puñado de reflexiones.
No tenemos todas las respuestas, pero al menos hacemos las preguntas adecuadas...
En cualquier caso preciosas reflexiones Francisco! Hay un detalle quizá importante creo, y es que si echas un vistazo a la letra original del himno, dice "sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad" nos pegaron el cambiazo y ni eso supimos defender! Un abrazo!
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