jueves, 7 de mayo de 2015

EL FUTURO DE UPyD

Desde el batacazo electoral en Andalucía y la sonada crisis interna suscitada, corren caudalosos los otrora secos ríos de tinta sobre UPyD. No son pocos los que al albur de las negativas encuestas que se van conociendo auguran un negro futuro para el partido y pronostican su desaparición.

Llegados a este punto parece razonable identificar los elementos que los agoreros no tienen en cuenta, sin duda por desconocimiento de los pilares de este partido y confusión en las premisas sobre las que arman su argumentación.

UPyD no es un partido cosido por relaciones de poder ni clientelares. Dicho de otra forma, los hombres y mujeres que formamos UPyD no necesitamos a UPyD para vivir, tenemos nuestras profesiones, e incluso los que tienen una dependencia económica como los cargos públicos tienen un puesto de trabajo al que volver. Hasta los escasos empleados tienen un componente vocacional y convencimiento en el proyecto político que trasciende a la necesidad económica. Por esto, aun en el caso de que las encuestas no se equivocaran esta vez como se han venido equivocando históricamente salvo en las andaluzas, lo que significaría un hundimiento, una catarsis en cualquier otra organización, en UPyD no tendrá esos efectos.

¿Que tendremos que plegar velas y reducir la estructura? Por supuesto, como miles de empresas han debido de hacer en estos aciagos años, resistiendo, reinventándose, eliminando lo accesorio para mantener lo esencial. Lástima tener que decidir que muchas querellas criminales contra la corrupción y los corruptos tengan que pasar a ser accesorias, pero los votantes mandan, y demasiados nos han dado la espalda en Andalucía impidiendo que sigamos en esa lucha, y los bancos, que mandan más, al menos en este país, han dejado de darnos crédito. Por suerte centenares de ciudadanos con sus donativos van a permitir que algunas vuelvan a ser esenciales. La crisis económica se ha llevado por delante a muchas de empresas pero ha hecho más fuertes, resistentes y mejores a otras tantas. ¿Acaso hay empresa más noble y necesaria que defender a los españoles, incluso de nosotros mismos?. 

No obstante UPyD no es una empresa mercantil, no tiene que reinventarse, ni adaptarse al mercado, a lo que busca el consumidor. Este verano tendremos un Congreso en el que lo revisaremos todo, desde las tácticas, a las estrategias políticas y a las personas encargadas de diseñarlas y ejecutarlas. Todo estará en revisión, pero si de algo podemos estar seguros es que no nos preguntaremos si querremos dejar de ser UPyD. Dejar de ser UPyD no es dejar de ser un partido, con un CIF, una dirección, unos estatutos y unos representantes, dejar de ser UPyD es renunciar a defender las reformas políticas que estamos convencidos que España necesita. UPyD no es otra cosa que sus objetivos políticos y su forma de comportarse y mientras sus objetivos políticos no los defienda nadie, y créanme, nadie los defiende, y nuestra forma ejemplar de comportamiento democrático no sea la norma, podremos ser 10.000, 5.000 o 500, pero habrá UPyD para rato y para Rato.

UPyD nació para regenerar la democracia, para reformar el modelo territorial, para modernizar nuestras instituciones y hacerlas homologables a las de los países que funcionan, para propiciar las reformas estructurales que permitan acabar con el despilfarro y las duplicidades, las que permitan poner el dinero donde hay que ponerlo, en la protección social, en la investigación y el desarrollo, en la educación y por supuesto en los bolsillos de los ciudadanos y en las cuentas corrientes de las empresas que crean riqueza y empleo. Y esas cosas que hay que hacer nadie está dispuesto a hacerlas.

Por lo tanto, que nadie espera una desbandada, sean los resultados los que sean. Que nadie espere que tiremos la toalla los miles de españoles que un día decidimos pasar de las musas al teatro, de la queja vana a la acción, del lamento en el desierto a la proposición no de ley o las iniciativas legislativas. Este partido está conformado por personas resistentes, personas que ya han demostrado saber soportar la soledad, la incomprensión, la amenaza, el desapego, el aislamiento…, todo eso que nos hizo más fuertes. No me cabe ninguna duda de que la travesía del desierto que le queda pasar a UPyD será importante, pero llevamos él mejor de los víveres: la determinación, y en cantidades ingentes.

UPyD no va a desaparecer porque este partido tiene alma. Y no, el alma no es ese elemento sentimental, pasional, que enardece a los humanos en torno a clubs, cofradías, sectas, conjuntos musicales, peñas o hermandades, ni mucho menos. Esa identificación emocional no la hemos generado, no tenemos símbolos a los que aferrarnos, no nos erizan la piel los acordes de un himno, ni la añoranza de un pasado heroico. El alma de UPyD son sus razones. Alma y razón, difícil combinación, aparentemente antagónicas, ¿pero es que acaso no es la razón el alma de los hombres libres?

Cuando en UPyD decimos que somos de verdad nos referimos a esto. No hay impostura, no hay marketing (pardiez!, si hubiera habido algo más de marketing...), no hay teatro, no hay representación, no hay disimulo. Hay razones, determinación y convencimiento de hacer lo correcto. Y les puedo asegurar que un hombre libre, con la determinación y el convencimiento de hacer lo correcto es imbatible. Imagínense 10.000.

UPyD no va a desaparecer porque no tiene prisas. Las prisas por encontrar una senda de desarrollo y progreso la debería tener este país, pero a ella deben llegar los españoles por sus propios medios, y está claro que han decidido usar el del ensayo y error. Los españoles tienen el derecho a equivocarse las veces que necesiten equivocarse, y nosotros no podemos hacer otra cosa que advertirlo, aunque resultemos desagradables, prepotentes, incómodos, molestos e incluso odiosos. En este país en el que la envidia es el pecado nacional no podemos esperar otra cosa, ni evitarlo. Les aseguro que no hay prisas. Los que tenían prisas ya han desembarcado o están a punto de hacerlo. Sólo estamos viviendo las primeras secuencias del largometraje que decidimos protagonizar hace siete años y medio. Queda película y la trama tiene que dar giros inesperados, posiblemente más de uno, más de dos y más de tres aún. ¿Y si el asesino no es el mayordomo?

Y por último, UPyD no va a desaparecer porque en estas próximas elecciones muchos ciudadanos van a valorar el trabajo incansable que en sus pueblos y ciudades han llevado a cabo las personas de UPyD. Muchos van a depositar su confianza en personas de verdad, no en siglas que representan globos de indignación, monstruos de Frankentein cosidos con retales de cadáveres de la vieja política, sumas de proyectos individuales sin objetivo nacional, y mucho menos van a confiar en quienes llevan 3 décadas engañando y robando en nuestras narices.
 
 

1 comentario:

Beni dijo...

Cada día más orgulloso de ser y pertenecer a UPYD.