domingo, 29 de mayo de 2011

Progresismo real

Hace unos días una amiga me preguntó si UPyD era de izquierdas o de derechas. Empecé a esbozar mis manidos argumentos sobre la transversalidad y lo trasnochado de estos conceptos, cuando me cortó y me inquirió, “no, si ese rollo ya me lo sé, te pregunto si la gente de UPyD, con los que tú te tratas, son de derechas o de izquierdas”. La verdad es que la pregunta tiene su cosa, en el fondo lo que quería saber es si en UPyD hay más fachillas o rojillos, más rancios o progres, más pijos o hippies, más exvotantes del PP o del PSOE, porque desgraciadamente bajo estas absurdas etiquetas con las que la sociedad encasilla sociológicamente al personal, se encuentran las claves de muchas de las cosas que pasan en nuestra política, especialmente cuando hay elecciones.

Lo cierto es que el planteamiento me ha invitado a reflexionar sobre conceptos como conservadurismo y progresismo, no desde su perspectiva política, sino psicológica. Para ello lo mejor es tirar de la etimología de los términos: es de sentido común considerar al conservador como aquel más preocupado por conservar, por mantener un estado de cosas que considera aceptable que por mejorarlo, y progresista aquel más preocupado por cambiar las cosas para pasar a una situación mejor, por avanzar. Como entiendo que el egoísmo, la generosidad o el sentimiento colectivo no es patrimonio de uno u otro perfil psicológico, admitiré que tanto entre los primeros como entre los segundos hay personas que esa preocupación la trasladan al conjunto de la sociedad, mientras otras la conciben desde una perspectiva únicamente individual.

Desde luego, me niego a considerar que la maldad o la bondad tienen algo que ver con esto. Hay quien no duda en afirmar que la bondad y la maldad humanas, aunque puedan encontrarse casi en cualquier parte, no se reparten por igual entre ambos grupos. Tengo la certeza de que no es así, de que nada tienen que ver.

Lo que sí influye de forma evidente es la edad. Ya sabemos que hay excepciones que confirman la regla, pero evidentemente es más difícil encontrar un conservador con 22 años que con 70 y viceversa. La propia necesidad de autoafirmación, de crecimiento personal, el propio ciclo de la vida humana dificulta ser conservador con 22 años, aunque haberlos hay los.

¿Y la clase social, el estatus económico, tienen algo que ver? Pienso que muy poco. En ciertos momentos puede ser un acicate, un catalizador de la rebeldía, pero nada más que eso. La resignación y el conformismo, la aceptación de las circunstancias, la adaptación al “esto es lo que hay”, la desidia intelectual del inmovilista no es cosa de ricos ni de pobres. De hecho el mismo conservadurismo alienta al paisano andaluz rural, votante del PSOE, que no se pierde su diario rito de “misa” laica de las siete, con partida de cartas, cerveza y tapa en la casa del pueblo, y que teme perder su estatus, sus ayudas familiares, la beca de sus hijos, su subsidio agrario, los “derechos conquistados tras décadas de injusticia social”, que a ese notario de capital, sexagenario, votante del PP, que teme que cambien las cosas de tal manera que pueda peligrar su capacidad adquisitiva, la que le permite mantener su estatus, su automóvil de 60.000 €, su partida de golf de los sábados, su asistenta interna boliviana y la compulsiva necesidad de bolsos y zapatos de marca de su señora. Ya sé que ambos personajes no representan a los votantes del PSOE y del PP, son sólo dos caricaturas, extremas, que sólo he usado para dibujar el conservadurismo sociológico.

Lo cierto es que el mundo rural siempre ha sido conservador y el urbano progresista. Los cambios sociales importantes, las revoluciones, los movimientos culturales se han gestado en las ciudades. Y así sigue siendo, una parte de la ciudadanía que ahora ha votado al PP, sobre todo en las ciudades, lo ha hecho desde un sentido progresista, desde la necesidad de cambiar las cosas que olían mal, esa misma necesidad que en el año 82 aupó al gobierno a Felipe González y el partido socialista, llevado en volandas por una sociedad progresista que necesitaba un “cambio” (acertado eslogan de campaña elegido por el PSOE). El campo sigue aferrado a la seguridad, al miedo al cambio, ese miedo atávico que quizá antaño ante las malas cosechas y la climatología adversa, propiciaba el guardar, el conservar como única salvaguarda.

Pese a ello, lo cierto es que tanto PP como PSOE han demostrado que hoy en día son partidos conservadores, más preocupados por mantener los privilegios asociados al poder (control de la Justicia, de las Cajas de Ahorro, de la Ley Electoral, de la opacidad en la financiación de los partidos, de los mecanismos que han permitido a ambos tejer una red clientelar interna y externa que tan excelente réditos electorales aporta…), que por mejorar la vida de los españoles. Lo cierto es que hasta los nuevos votantes “progresistas” del PP, han sido bastante conservadores en su apuesta: “queremos cambios, pero dentro de un orden”. De hecho un análisis político de lo que significa progresismo o conservadurismo desde una perspectiva política real, al menos en la España actual, no se soporta de ninguna forma. Ningún partido de “derechas” europeo cuestiona el estado del bienestar, los derechos sociales alcanzados, desde un liberalismo salvaje y ninguno de “izquierdas” plantea poner freno al motor privado de la economía mediante un intervencionismo igual de salvaje. Aunque en España ambos partidos practiquen la permanente representación de la diferencia, nos intenten llevar al discurso maniqueo, caricaturizando al oponente y sus ideas de esa forma y con simplismos como el que me he atrevido a hacer antes, lo cierto es que tienen muy claro que en lo importante (para ellos), están de acuerdo y deben seguir estándolo. Lo cierto es que ambos quieren mantener su estatus y una sociedad dócil. Ambos están igual de preocupados por los cambios, por el despertar que pueda surgir del movimiento 15M, y por supuesto igual de preocupados por la existencia de UPyD, tan asustados ante los cambios como el notario y el agricultor subsidiado.

Por lo tanto, y volviendo al principio ¿cómo es la gente de UPyD?, pues evidentemente progresista. Progresistas de verdad, porque somos reflexivos, porque sobretodo somos librepensadores que no necesitamos una etiqueta para reconocernos. De hecho nos sentimos obligados a reconocernos cada día, porque cada día sometemos al tamiz del intelecto nuestras propias convicciones, nos lo replanteamos todo, hemos sustituido nuestras verdades absolutas por análisis crítico de todas las cosas. Por supuesto es más cómodo deambular por la vida sabiendo que eres del Betis, del Madrid o del Barcelona, sin plantearte por qué, sabiendo que eres católico o musulmán sin cuestionarte las razones, sabiendo que te sientes español, andaluz, gallego o vasco, sin pensar en lo que ello significa, y por supuesto creyendo saber que eres progresista, liberal o conservador, y que votas cuando toca religiosamente a unas siglas que con ello identificas, porque votas a los “tuyos”, sin titubeos. Claro que es más cómodo. Pero hay ciudadanos que tenemos la terrible necesidad de pensar y hacerlo sin ataduras ni convencionalismos, que sólo tenemos inmóviles los principios, que seguimos creyendo en el ser humano y en la utopía, esa utopía secuestrada por los funcionarios del negociado de sueños dentro de un orden que cantaba Serrat.

Estos ciudadanos, buena parte de los cuales nos hemos encontrado en UPyD y no de acampada en las plazas, porque nos hemos dado cuenta de la necesidad tres años antes y porque sabemos que para cambiar lo que no funciona en el sistema hay que formar parte del mismo, sólo estamos empezando un camino, asentado las piedras y desbrozando la maleza para que otros lo transiten después. Somos albañiles que ya hemos levantado los cimientos y paredes de un edificio en el que ahora estamos poniendo el techo bajo una molesta lluvia que nos moja. Somos conscientes de que muchos están esperando para entrar cuando el edificio sea confortable. No nos importa en absoluto, porque tenemos claro que lo importante no es el edificio, es el camino y sobre todo la necesidad de andar permanentemente, de avanzar, de progresar. Una vez creado el hábito nada será como antes.

Hemos sustituido las ideologías, que deben quedar sólo para los libros de historia y la wikipedia, por las ideas, ideas que permitan progresar a nuestra sociedad. Los escépticos se acabarán dando cuenta de que hemos creado un instrumento, un instrumento que permita a los ciudadanos recuperar el control de la política y de los políticos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Paco, tienes que colocar en tu blog los símbolos de twiter y facebook para que te enlacemos y más gente pueda leer tus entradas.
Un saludo
Alfonso Sola

Pepe dijo...

Por cierto, no has contestado a la pregunta ¿hay más fachillas o más rojillos en UPD?
Es broma, hombre, no te enojes... Sólo quería saludarte. Soy un amigo de tu hermano y es que el tío no para de haceros publicidad. Nos da una tralla que no veas. Vamos, que si no te hago un comentario en el blog le da un ataque.
Ánimo y pa'lante. A ver si conseguís (con la ayuda de otros) regenerar la política española. Y no menospreciéis al 15M, pueden ser un catalizador para muchos de vuestros (nuestros) objetivos. ¡Abajo el establishment político español!

Francisco José González dijo...

JA, JA. JA, Pepe muchas gracias, en ello estamos y si has visto mi última entrada verás como aprecio el movimiento 15M.

juancarlosceballos dijo...

Ser liberal , estimado amigo, a pesar de tus loables alegatos, no deja de ser un concepto ambiguo desde el momento en que uno se define como ajeno a otras etiquetas políticas. Interesaria que aclararas, desde tu posición en UPD si lo de liberal os llevaría a la supresión de toda vigilancia de lo público en lo privado, de si la economía (recordando a Marx) es el motor de la historia, y lo es sin cortapisas,y se debe dejar su devenir al libre albedrio de los mercados, considerando el papel del Estado sólo como mero garante de unas leyes de juego totalmente laxas. ¿Bajaríais los impuestos?¿Deben desaparecer las empresas públicas y dejar en manos de la empresa privada todos los servicios sociales?. Es sólo una breve reflexión, pero su respuesta puede aclarar a votantes biennintencionados la ideología de vuestro partido.

Salvador Parody dijo...

Buenas Paco, muy acertado tu comentario. Es un planteamiento que comparto contigo y que muchas veces me he planteado, sin duda el manifiesto nos clarifica que podemos tener diferentes tipos de ver la vida política en la que prima sobre todo el sentido común en favor de la sociedad.

Especial hincapié hay que dar, y sobre todo controlar, que la intención para hacer política ha de partir de la intencionalidad benévola de cada uno de nosotros.

Un abrazo.

Salvador Parody

Francisco José González dijo...

JUANCARLOSCEBALLOS, creo que no hacen faltan más explicacione. Ningún partido, ni los más liberales, plantean no controlar desde lo público lo privado. Ese no es más que el "que viene el lobo" con el que los socialistas (al menos los nuestros), meten miedo al personal. Por supuesto no hacen falta empresas públicas para prestar servicios públicos de calidad. Y por supuesto que hace falta un cierto nivel impositivo para mantener los servicios públicos y el estado del bienestar al que no vamos a renunciar.

Rafael .Rota dijo...

Paco ,yo no creo que la cosa vaya de izquierdas o de derechas ,hoy lo unico que vale es quien se interesa por poner un granito de arena para lograr un futuro mejor ,para todos,con el tiempo cambia todo ,hasta la politica ,pienso que las viejas rencillas de derecha e izquierda ,son como la television en blanco y negro ,por supuesto que tuvieron su epoca ,pero hoy ,por mucho que le pese a mas de uno en este pais ,estan Obsoletas.Rafael .Rota

Benito Ortega dijo...

Paco: ni me acuerdo desde cuendo no leía un blog entero.

Enhorabuena, es muy clarificador.

Benito Ortega ADRA (Almería)