lunes, 11 de noviembre de 2013

CLIENTELISMO


No pretende este modesto artículo ser un tratado sobre clientelismo político, aunque sí provocar la reflexión sobre sus causas y lo profundamente arraigado que está en la cultura española.

Los casos concretos suelen ser los que mejor ilustran los conceptos. Todos conocemos decenas de situaciones de clientelismo. Yo os voy a describir uno real aunque me voy a guardar los detalles y datos concretos porque son innecesarios para lo que se pretende mostrar.

Imaginemos un pueblo rural del norte de Andalucía, un pueblo pequeño, trabajador, y relativamente rico, en el que la propiedad está relativamente bien distribuida. Rara es la familia que no tiene su buen puñado de olivos, lo que a una gran mayoría les permite una vida razonable, holgada, ligada a la agricultura, la producción de aceite de oliva y a los servicios que este motor económico induce, hasta el punto que no necesitan del turismo. Por este pueblo la guerra pasó como por tantos otros, dejando su cruda herencia de muerte, delaciones, agravios, odios, rencores y prejuicios que heredaron los hijos de los padres y que cuarenta años de dictadura sólo pudieron a duras penas contener. Llegada la democracia el pueblo se dividió casi diametralmente, no en PP y PSOE, allí siguen aún hoy siendo la derecha y los rojos o los fachas y los socialistas, según con quien te encuentres.

En este pueblo con aproximadamente 1.500 votantes censados desde las primeras elecciones democráticas se han dado los siguientes resultados en las elecciones locales (año 1979, UCD 62%, PSOE 34,5% y PCE 4%;  año 1983, AP-PDP-UL 56%, PSOE 44%; año 1987, AP 53%, PSOE 47%; año 1991 PP 53%, PSOE 48%; año 1995, PP 57%, PSOE 43%; año 1999, PP 50%, PSOE 33%, Independientes 18%; año 2003, PP 51%, PSOE 48%; año 2007, PSOE 52%, PP 48% y año 2011 PSOE 71%, PP 28%).

Es decir, hubo desde el año 1979 hasta el 2007 un dominio continuo de la “derecha”, que con mayor o menor holgura tuvo la mayoría necesaria para gobernar decantando la balanza hacia su lado. Soportó bien los años de la hegemonía de Felipe González e incluso en el peor año, 2003, preludio de la hecatombe nacional del PP, pudo conseguir un concejal más que el PSOE y mantener el control del ayuntamiento. ¿Qué pasó en 2007? ¿Qué los “socialistas” hicieron una muy buena campaña? ¿Qué el infausto recuerdo de 2004 seguía haciendo mella? ¿Qué el áurea buenista de Zapatero inundó sus hogares? Nada de eso ocurrió. Sólo pasó, créanme, que el alcalde popular de la legislatura 1999-2003, no cumplió su palabra y no contrató como auxiliar administrativo en el ayuntamiento a una joven miembro de una familia del pueblo que aportaba no menos de 50-60 votos. Una familia histórica de la derecha, de los que habían ganado la guerra, que en bloque y por pura venganza se pasaron al otro bando. El primer alcalde socialista de la historia del pueblo no desaprovechó la oportunidad, sus correligionarios en la diputación provincial y la Junta de Andalucía no lo dejaron tirado e inundó el pueblo de subvenciones, reformas de casas, cursos de formación para mujeres desempleadas, actividades socioculturales, etc., incluso ZP echó una mano con su Plan E. Toda la maquinaria clientelar socialista se puso en marcha con el objetivo de asentarse en esa plaza conquistada y bien que lo hizo, en 2011 arrasó con un 75% de los votos.

Lo que ha ocurrido en este pueblo, el clientelismo defraudado, el clientelismo reactivado, el clientelismo bien o mal gestionado, es la historia viva de Andalucía y toda España.

Y en este mar pretende UPyD pescar votos, y lo que es más difícil, lo pretende hacer combatiendo el clientelismo, apelando a la conciencia crítica, al libre albedrío, al voto reflexivo, al despertar de la conciencia ciudadana…. Nos queda hacer mucha más pedagogía que política, pedagogía democrática elemental, la que nadie ha hecho durante estas casi cuatro décadas. Es duro, muy complicado pero necesario. No merece la pena ni tan siquiera tener la tentación de poner en práctica eso que demostradamente funciona para conseguir votos, serían votos con valor numérico pero sin valor real para cambiar todo lo que hay que cambiar, no serían el aval de ninguna transformación.

Durante la campaña de las elecciones al Parlamento Andaluz en marzo de 2012, fueron decenas de correos los de empleados de las empresas públicas andaluzas que se dirigieron a nosotros como votantes en las generales y que no entendían que planteáramos la reducción de todo el entramado de la administración paralela, proponiendo cerrar todas las empresas públicas que no fueran necesarias y cuya actividad estuviera ya cubierta por el sector privado. Se trataba de andaluces de buena fe que no comprendían que el partido al que habían votado en las generales les propusiera en lo personal una perspectiva tan gris. Nos escribían en la confianza de que les engañáramos y les dijéramos lo que querían oír, lo que oyen del PSOE e IU: que ningún puesto de trabajo se iba a tocar. Querían seguir siendo nuestros clientes, pero no hemos nacido para decir lo que es agradable oír, sino para hacer lo que hay que hacer.

En estos días, a raíz de la recogida de firmas para la ILP de Reforma Electoral de Andalucía, que nos está llevando a todos los miembros de UPyD a la calle, a forzar a hablar con amigos, compañeros de trabajo, vecinos y conocidos de política, y en mi caso, tras mi reciente entrada en el Consejo de Dirección del partido, personalmente he vuelto a constatar la terrible realidad ante la que se enfrenta nuestra democracia, los frágiles pilares que la sustentan. Muchos conocidos, medio en broma, medio en serio me preguntan: “¿Paco, y tú que sacas con todo esto?”. Esta pregunta se repite una y otra vez, unos se atreven a formularla, otros no, pero en sus cabezas ronda, me lo dicen sus ojos. Y cuando uno explica los principios y las razones que nos ha llevado a tantos a complicarnos la vida, a dedicar nuestro tiempo libre y empeñar algo más que tiempo en defender y hacer lo que pensamos que hay que hacer como ciudadanos comprometidos, uno tiene la certeza de que la mitad cree que les miento cuando lo explico y la otra mitad cree que me miento cuando lo hago,  que una rubia mala me ha obnubilado y que algún día despertaré y tomaré conciencia de lo que ellos ya saben, que ninguna otra política es posible, que los quijotes, los que buscamos Itaca cada día, nos acabaremos dando de bruces con la realidad, esa realidad de los corderos.

Que esperen sentados. Cuanto más profundizo, más claro tengo que no sólo es necesario, que no sólo es posible, sino que vamos a conseguir más pronto que tarde cambiar los mecanismos  mentales de esta sociedad inocentemente pervertida por tantos años de clientelismo.

 

De niño no me gustaban

los libros ni las sotanas

ni salir en procesión,

era tan desobediente

como el viento de poniente,

revoltoso y juguetón.

 

En vez de mirar pal cielo

me puse a medir el suelo

que me tocaba de andar,

y nunca seguí el rebaño,

porque ni el pastor ni el amo

eran gente de fiar.

 

Como aquel que calla, otorga,

y aunque la ignorancia es sorda,

pude levantar la voz,

más fuerte que los ladríos

de los perros consentíos

y que la voz del pastor.

 

Empecé haciendo carrera

por atajos y veredas

muy estrechas para mí,

y decían mis vecinos

que llevaba mal camino

apartado del redil.

 

Siempre fui esa oveja negra

que supo esquivar las piedras

que le tiraban a dar,

y entre más pasan los años,

más me aparto del rebaño

porque no sé a dónde va.

 

(José Domínguez Muñoz “El Cabrero”)

 

 

 

1 comentario:

Carlos Marquez dijo...

Magnifica reflexión, muy grafica de lo que representa este partido y sobre todo de lo que no quiere ser. Un motivo más para no esperar un camino fácil, pero también un motivo más para mantener la determinación de lo que nos une.